EVO 04: El diseño industrial como salvavidas

Hoy en día resulta casi impensable no ligar la palabra “moto” con “casco”. Y es que, aunque todavía se conozcan casos en los que motoristas son multados por prescindir de este accesorio e incluso, fallecen en carretera, resulta algo sorprendente ver a un motorista sin él. Pero, ¿cómo ha sido la evolución de este “acompañante de viaje” tan valorado actualmente?

La moto fue inventada por el ingeniero alemán Gottlieb Daimler en el año 1885, pero no sería hasta el año 1914 cuando un médico inglés, Eric Gardner, crease algo similar a lo que se conoce como casco. Durante sus repetidas visitas al circuito de motos de Brooklands, y contemplando las lesiones sufridas por los pilotos tras sus caídas, se dio cuenta de la importancia de proteger el cráneo en caso de accidente. Previamente a esta creación, ya había intentos de cascos, parecidos a los utilizados por los pilotos de aviones. Sólo consistían en trozos de cuero que lo que hacían poco podría denominarse proteger.

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Casco de cuero

Lo que distinguía al invento de Gardner de sus predecesores era que estaba realizado con capas de lona y una especie de resina llamada “goma laca” que lo hacía algo más resistente.

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Casco de Gardner

Gracias a ello, consigue evitar lesiones cerebrales y la muerte de muchos pilotos del circuito, haciendo que su uso pasase a ser obligatorio para los participantes de Brooklands.

Años más tarde, exactamente en 1935, la trágica muerte tras un accidente de moto de Lawrence de Arabia, un popular historiador, arqueólogo y militar de la época, marcaría un nuevo paso en la historia del casco y en la importancia dada a la seguridad de los motoristas. En este caso sería el neurocirujano Hugh Cairns, quien trata a Lawrence de Arabia tras el accidente, el que llevaría a cabo una propuesta para renovar el diseño del casco conocido hasta entonces. Con ayuda de motoristas del ejército británico, propone una estructura formada por fibras de coco pegadas con resina y una parte interna acolchada con una malla que se abrocha debajo de la barbilla con dos tiras de cuero.

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Cromwell

Con éxito, el prototipo se convierte en el casco utilizado durante los años posteriores por los motoristas del ejército británico y se considera el primer casco fabricado en serie, cuya denominación sería tipo Cromwell.

Pero una vez extendido el uso del casco, y de forma paralela con los avances en este tipo de vehículos, los materiales y diseños han ido modernizándose.

Desde policarbonato o resina termoplástica, a fibra de carbono vidrio y kevlar; son muchos los materiales utilizados en el proceso de fabricación de un casco actual. En comparación con los primeros, el uso de este tipo de elementos hace que sean mucho más ligeros y por supuesto, seguros.  Hoy en día son muchos los tipos de cascos en el mercado, aunque el que se considera más seguro es el denominado “casco integral”, pues la cabeza queda totalmente cubierta y ajustada, siendo el que más aguanta los golpes.

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Casco integral

Además, los avances tecnológicos hacen que sean muchos los elementos innovadores adaptados al casco. Aunque parezcan ideas futuristas, ya existen cascos con cámaras, conectados al smartphone e incluso, con visera con tinta electrónica que permite ajustar su opacidad como el iC-R Motorcycle Helmet. 

 En cuanto a la obligatoriedad de su uso también ha cambiado a lo largo de los años. El uso del casco se hizo obligatorio en nuestro país el 10 de agosto de 1982, medida vigente en la actualidad que ha conseguido que la seguridad en carretera de los usuarios de vehículos de dos ruedas aumente considerablemente. Como revela la asociación Luchemos por la Vida, cuyo principal objetivo es crear conciencia sobre el riesgo de los accidentes de tráfico, es imprescindible utilizar el casco en vehículos de dos ruedas dado que los motoristas que lo hacen tienen “un 73% menos de mortalidad que los que no usan el casco”.

El casco es por tanto un claro ejemplo de cómo el diseño sirve para marcar avances en la sociedad y mejorar la calidad de vida de las personas.

Escrito por Rodrigo Guijarro Montalvo  y David José Orejuela Sánchez 

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