Big Data: diseñando el futuro

Hoy en día el Big Data es una herramienta cada vez más utilizada, sobre todo en ámbitos como marketing, publicidad o empresa. No obstante, hay muchos más sectores en los que se puede sacar provecho a este potente instrumento. Entre ellos destaca el diseño.



Cuando hablamos de Big Data o macro datos, nos referimos a conjuntos de datos cuyo tamaño, complejidad y velocidad de crecimiento dificultan su gestión, procesamiento y análisis mediante tecnologías y herramientas convencionales. Para hacernos una idea, hasta el 2014 generábamos cada 48 horas tanta información en la red como la que se ha producido desde el inicio de la civilización hasta el 2003. Desde entonces ha ido aumentando cada vez más rápido la cantidad de datos masivos.
Actualmente son muchas las aplicaciones y proyectos orientados a estructurar y analizar esta información y muy prometedores los campos de aplicación en los que se utiliza, desde ciudades inteligentes hasta prevención de desastres naturales. Se ha convertido en toda una revolución para los negocios.

El Big data no sólo es un cúmulo de información, sino también su variedad, velocidad y valor. De hecho, éste es el atractivo para las empresas, cuyo fin es adquirir un valor diferencial. Este boom de la información abre un mundo de oportunidades que afectan a diferentes entidades y por supuesto, a diseñadores.
El análisis de datos afecta de manera especial al diseño industrial al tener en cuenta lo que millones de usuarios opinan sobre un producto concreto. Los consumidores contemporáneos navegan por Internet todos los días dejando una cantidad inmensa de información sobre quiénes son y cuáles son sus intereses. Toda esta información se recopila y utiliza para crear perfiles sobre los usuarios. Eso es esencialmente el dominio del Big Data.
Llegados a este punto entra en juego un nuevo concepto: la experiencia del usuario. Resulta que, si conocemos a la perfección a los consumidores, sabemos qué es lo que quieren y cómo lo quieren, es decir, sus preferencias; y por tanto podemos diseñar con dicha premisa.

A la hora de diseñar hay muchos factores a tener en cuenta: funcionalidad, estética, viabilidad… Pero también el gusto de los consumidores. El Big Data es esencial en todo lo que es tendencia. Básicamente es el mejor estudio de mercado que se puede realizar antes de ponerse con papel y lápiz a generar ideas. La gente cuenta qué quiere ver, sentir o experimentar en cada diseño. Solo es cuestión de analizar toda esa información y usarla a nuestro favor.
Además, estos grandes volúmenes de información pueden asistir a la hora de rediseñar. Y es que estamos continuamente recibiendo feedback sobre los productos y servicios ofrecidos. Los consumidores dejan opiniones en internet, lo que permite al diseñador conocer su experiencia con cualquier producto y mejorarlo. Esto da lugar al diseño experiencial, que gracias al análisis de datos comprueba si las vivencias del usuario son adecuadas y satisfactorias.

Los datos se convierten en un medio para que los diseñadores aprendan y modifiquen sus creaciones. Se trata de un diseño de productos optimizados a las necesidades y circunstancias de cada cliente. Podría decirse que la información es el petróleo del siglo XXI.
Finalmente, cabe destacar que son muchos los que sostienen que no estamos preparados para esta cantidad enorme de información. Y es que la tecnología avanza a pasos agigantados, más rápido incluso que la sociedad. Sea como sea, es una realidad irrefutable y como diseñadores se puede aprender a explotar esta circunstancia.

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