Isidro Ferrer: cuando la curiosidad incita al movimiento.

Hemos tenido el increíble honor de entrevistar a Isidro Ferrer, diseñador e ilustrador, ganador de un Premio Nacional de Diseño (2002) y de un Premio Nacional de Ilustración (2006), creador apasionado, constante y con una experiencia larga y sólida, dispuesto a compartir con nosotros un poquito de todo lo que sabe sobre diseñar y ser diseñador. 

Su trabajo abarca el diseño gráfico, el diseño editorial, la ilustración, la imagen corporativa… siendo algunos de sus clientes el Centro Dramático Nacional, Canal +, El País, entre otros. Sus obras se caracterizan por la presencia de la metáfora, y los símbolos, con un cierto punto de acercamiento al surrealismo o al dadaísmo. Utiliza la materia y los objetos, las texturas y lo tridimensional, llevando estos elementos al plano gráfico y creando nuevos mensajes de gran carga sensorial y gran significado. Su diseño es poesía visual que parece poder tocarse con las manos. Hablamos por skype, y me quedo con su imagen con un jersey de rayas sobre un fondo en el que se ven estanterías repletas de libros, herramientas y objetos diversos.

¿Podrías presentarte brevemente?

Soy un ciudadano que trabaja como diseñador y como ilustrador y que pelea diariamente por sobrevivir en este oficio.

¿Por dónde se empieza? ¿Cuál es el punto de partida para llegar hasta aquí?

Se comienza por el principio, y ¿cuál es el principio? No hay uno sólo, son muchos los principios, tantos como caminantes avanzan por la senda de esta profesión. Tampoco hay fórmulas para alcanzar una meta, el resultado es consecuencia de la experiencia, de vivir intensa y apasionadamente el ejercicio diario de la profesión. El reconocimiento es fruto del tiempo dedicado, de la intensidad, del esfuerzo, de la intención, de la constancia, del riesgo, y un poco de la suerte. Pero el reconocimiento siempre es algo ajeno. Está fuera de uno mismo y está en función de muchas circunstancias, algunas fruto del ingenio, otras fruto de la fortuna. ¿Y cuál es el la fórmula para alcanzar el reconocimiento? Quizás no preocuparse de él, ni buscarlo como un fin. El éxito, la fama o el reconocimiento no deberían ser una meta, si estos no llegan no supone un fracaso ni debe convertirse en una frustración. Y si se presentan, bienvenidos sean, se les recibe con gratitud y se les concede la importancia que realmente tiene: Ninguna.

¿Y cuál es el primer trabajo que tú haces, cuando tú decides que quieres dedicarte a esto, qué es lo primero que tu hiciste?

Yo sufrí una suerte de iluminación. No decidí ser diseñador, fue el diseño quien me eligió a mí y señaló el camino.

Pero vayamos al principio. Mi formación académica es teatral, estudie arte dramático, me especialicé en mimo y pantomima en la escuela de Jacques Lecoq en París y estuve 5 años trabajando como actor profesional en distintas compañías. El teatro era mi proyecto de mi vida. Pero por una serie de circunstancias ajenas a mí, completamente azarosas y casuales, descubrí el diseño gráfico a través del magnífico trabajo de Peret, un magistral diseñador gráfico español. Su lenguaje gráfico, la rotundidad de sus imágenes, su plasticidad, su forma de narrar, la carga intelectual de cada uno de sus trabajos me deslumbraron y me siguen cautivando. Una noche emitieron un especial monográfico sobre su trabajo en el programa cultural de TV “Metrópolis”. Me quedé hechizado, pasmado ante su trabajo y en ese momento sufrí una una epifanía descubriendo mi vocación desconocida.

Mi aprendizaje fue y sigue siendo lento pero continuado. Tuve la fortuna de entrar como aprendiz en el estudio de Peret en Barcelona y aprender de la mano del mejor maestro, mi escuela fue el ejercicio de la profesión. Estuve trabajando más de un año y medio con él y es ahí, en la resolución de los problemas reales del oficio, donde voy sacando punta a mi aprendizaje y dónde voy obteniendo respuestas que van a ser cruciales en un futuro. Más adelante, por empecinamiento y por cabezonería, me fui moviendo en distintos ámbitos próximos al diseño y hermanados con la ilustración, con las artes plásticas, con la gráfica, con la poesía visual… todo ese cúmulo de experiencias finalmente es lo que consolida un lenguaje particular.

¿Cuánto valor tiene la formación en el mundo profesional? ¿Hasta qué punto los títulos abren puertas a la hora de trabajar?

Un  título te garantiza una serie de opciones profesionales dentro del entorno académico, y esas opciones están circunscritas a ese contexto académico. Todo academicismo tiene sus pros y sus contras, aunque encuentro que es un bagaje tremendamente positivo porque es la forma más directa, rápida y eficaz de adquirir una serie de conocimientos y destrezas que son esenciales para el ejercicio de la profesión.

Pero haber estudiado no es garantía de nada. Hay otra serie de conocimientos más allá de lo puramente académico, que no se obtienen con el título, que resultan fundamentales en la formación de un profesional y son aquellos que están vinculados al carácter de las persona y que se concretan en una actitud apasionada, inquieta, rebelde, que se hace preguntas, que busca respuestas, que ama lo que hace. Esto no se aprende ni se enseña; se vive. Esta forma de ser y de estar en el mundo de manera implicada facilita el aprendizaje y la obtención de resultados.

¿Qué supusieron para ti el Premio Nacional de Diseño y el Premio Nacional de Ilustración? ¿Supusieron algún cambio en tu trabajo, en tu reconocimiento…?

Muchos cambios. Supusieron un movimiento sísmico en mi hábitat, ocupar un lugar nuevo, desconocido, visible y vulnerable. De trabajar prácticamente en el anonimato, pasé en apenas unos días a ser foco de atención mediática a estar en el punto de mira de los colegas… y este cambio de visibilidad me supuso una presión muy grande y una tensión continua.

El premio nacional se concede como reconocimiento y  como consecuencia de una trayectoria. Yo he trabajado siempre desde la periferia, he trabajado con mucha independencia porque así lo he decidido, y he trabajado siempre con clientes más o menos pequeños que me han permitido un grado muy grande de libertad en la ejecución de los encargos. Eso me ha permitido ir construyendo paulatinamente, (sin necesidad de buscarlo) un lenguaje personal, que tiene que ver con mis propias afinidades, con mis propios gustos y mis propios intereses.

Los dos premios nacionales cambiaron el contexto. Me colocaron en territorio que para mí resultó incómodo. Ya no podía trabajar con la libertad con la que estaba trabajando antes porque tenía muchas presiones, presiones externas e internas que yo mismo generé. Por otro lado un galardón de estas características genera en los demás reacciones enfrentadas: por un lado admiración y respeto, y por otro lado envidias y recelos.

Con el tiempo me he acostumbrado a esta sobre-exposición pública y he generado mecanismos de huida y defensa que me permiten seguir trabajando silenciosamente.

En tu trabajo los objetos y lo tridimensional están muy presentes. ¿Cómo relacionas el diseño de producto con el diseño gráfico?

Yo no hago distinciones entre distintas categorías: esto es ilustración, eso es diseño, aquello es producto… Las categorías son necesarias dentro del mercado para establecer un orden y saber nombrar y reconocer los distintos ámbitos de actuación Yo busco encontrar las soluciones más apropiadas a cada uno de los distintos problemas que se me plantean. En esa búsqueda de soluciones los ámbitos de actuación se mezclan y se disipan, y las categorías se borran. Me gusta trabajar con el objeto por su capacidad de albergar significados y significantes, por su carga metafórica y simbólica, por su capacidad de albergar contenidos semánticos que se ajusten a las necesidades comunicativas. Por otro lado, me gusta trabajar con la materia, con la fisicidad de las cosas, me gusta  pensar con las manos, dejando actuar a una parte del cerebro que tenemos anestesiada y que nos conecta directamente con nuestro cuerpo. Me gusta este trabajo físico y matérico porque como individuo me pone en acción de forma global, conjugando intención y acción, mente y cuerpo.

¿Dónde está para ti el equilibrio entre forma y función, entre técnica y estética?

Déjame responder con una cita del arquitecto brasileño Oscar Neimeyer y cambiando arquitectura por diseño: “El lema del diseño debe ser que la forma esté supeditada a la función. La preocupación fundamental de cualquier diseño debe ser la funcionalidad, pero sin olvidar que la belleza también cumple una función.”

¿Has realizado alguna vez algún trabajo de diseño de producto como tal, de diseño industrial?

Directamente no, aunque alguna propuesta ha derivado desde lo gráfico al producto desarrollando elementos de packaging, o soportes tridimensionales de comunicación.

Lo más próximo que he realizado al diseño industrial ha sido una colección de animalitos en madera llamados “Funny Farm” para una la empresa de iluminación Luzifer, donde algunos de ellos se han convertido en lámparas escultóricas de gran formato.

En cuanto a las técnicas, en general en tu trabajo, ¿qué técnicas utilizas? Supongo que utilizarás muchas dependiendo del trabajo pero, ¿cuáles prefieres?

Intento no encerrarme en mis limitaciones, ni por mi incapacidad técnica para obtener ciertos resultados. Me gusta buscar soluciones alternativas y experimentar con distintas soluciones, pero cuando yo no soy capaz de conseguir lo que deseo, busco la colaboración de artesanos especializados que son capaces de solucionar técnicamente el problema. Tengo una inclinación natural a  recurrir a técnicas próximas a la artesanía. Me gusta enfrentarme al trabajo volumétrico, a la construcción de objetos. Me siento más cómodo y próximo al lenguaje analógico que frente al digital. El trabajo manual propicia el encuentro fortuito, el hallazgo, contempla la sorpresa de hallar lo inesperado porque el azar y el accidente son parte de un proceso abierto y en constante cambio.

 Yo trabajo propiciando estos encuentros fortuitos, propiciando las casualidades, es una forma de trabajar heredera de lo que Bretón, en el movimiento surrealista, denominó azar objetivo. Moviéndome  en el entorno de lo analógico, mediante la acción busco propiciar sucesos inesperados. Ver qué pasa con la materia, con el papel, con las tintas… poner a prueba caprichosamente el destino de los elementos y las materias, precipitar los acontecimientos.

Para finalizar, quería pedirte un consejo. ¿Qué consejo le darías a un estudiante que quiera dedicarse al diseño, que no ha salido prácticamente del ámbito universitario y que no sabe cómo funcionan estos mundos?

Que seáis curiosos y que seáis constantes. La curiosidad incita al desplazamiento, al movimiento continuo, a la búsqueda de soluciones. Y la constancia es una virtud que hay que alimentar diariamente.

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