El secreto de La La Land
¿Es posible que una película se convierta en una gran obra de diseño? La Ciudad de las estrellas, del galardonado director Damien Chazelle, nos lo demuestra.
“La Ciudad de las estrellas” (La La Land) se ha convertido en el musical de moda del momento, y es que el film protagonizado por Emma Stone y Ryan Gosling nos hace ver que el diseño también se puede sentir.
Generalmente, cuando terminamos de ver una película, los primeros comentarios sobre ella suelen ir enfocados a la interpretación de los actores, al argumento o incluso a la banda sonora. Sin embargo, cuando terminas de ver La La Land te quedas con una sensación extraña, te das cuenta de que no solo la interpretación de los actores te ha emocionado, sino que cada escena por separado ha conseguido provocar en ti diferentes emociones. Quizá sea esta la razón que hace este musical tan especial.
Damien Chazelle, director de la película, ha conseguido que una historia convencional de amor entre dos personas, se convierta en toda una experiencia cinematográfica, apoyándose para ello en el uso del color.
El joven director afirma en numerosas entrevistas que el antiguo y vitalista Hollywood fue su gran inspiración. En este cine de los años 60, tanto el argumento como las características de cada personaje se reforzaban con el color y el diseño de cada escena, es decir, el color tenía una función que iba más allá de la pura estética, tenía función narrativa.
Las películas de la época dorada del cine conseguían crear un lenguaje particular a partir de diferentes técnicas. Creaban el máximo contraste de color entre los principales elementos narrativos de la escena o sugerían afinidad entre personajes a través de vestimentas de colores complementarios. Este lenguaje es el que utiliza Damien Chazelle para crear un musical que rompe con todos los cánones.
Durante toda la película podemos ver como se refuerza el argumento de esta a través de la colorimetría. Emma Stone y Ryan Gosling dan vida a dos personajes totalmente opuestos. La contraposición entre la chica alegre y el músico tímido e introvertido se complementa con el vestuario de cada uno de ellos. El mundo de Mia está lleno de colores brillantes y alegres, mientras que el de Sebastian se construye a base de marrones y grises.
A medida que los personajes avanzan en el argumento también lo hacen los colores que los representan. Este cambio está más presente en el personaje de Mia, que empieza la película vistiendo colores muy vivos y primarios, pero a medida que va madurando empezamos a ver en ella colores como blancos, negros o cremas.
“La Ciudad de las Estrellas“, no solo desarrolla el uso del color en los vestuarios y decorados. En cada escena utiliza tonalidades que pretenden completar las emociones que se quieren transmitir en ese momento, convirtiéndose en una toda experiencia audiovisual.
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