Fast Fashion: Nuevos tiempos de producción para nuevos tiempos de consumo

En un mundo donde se sacian los caprichos a golpe de “click”, las grandes firmas de pasarela se reinventan para poder llegar a ese público que demanda sus productos en tiempo real. Esto ha creado una división de opiniones entre las casas de moda; los que defienden la nueva era tecnológica, más inmediata, y un consumidor menos paciente, y los que defienden los procesos de calidad, diseño e innovación habituales que no ven posible compaginarlo con tiempos de producción tan reducidos.

El sistema de producción habitual consiste, desde hace más de 60 años, en una producción más pausada, centrada en el desarrollo de una idea y el perfeccionamiento de ésta. Primero se diseña la prenda, después se presenta en lo que conocemos los desfiles y las pasarelas, luego se distribuye y finalmente se pone a la venta. Entre los desfiles y la distribución, en las grandes firmas de moda, pasan entre seis y doce meses. En este tiempo, a las marcas les da tiempo a mejorar la prenda, ver cómo influye en el mercado y ultimar los detalles. El nuevo modelo que se pretende implantar, quiere reducir este tiempo al presente inmediato, evitando así estos seis meses de entre medias, para saciar a los consumidores más impacientes.

Hay que recordar que las semanas de la moda, tal y como las conocemos ahora, nacen oficialmente en París en el año 1973 con grandes casas como Dior, Yves Saint Laurent o Givenchy. Unas firmas dedicadas tanto al diseño de prendas más versátiles como a la Haute Couture (Alta Costura), que llevan con nosotros más de 70 años. Estas firmas mostraban sus patrones y sus colecciones antes que saliesen a la venta. De esta forma alimentaban el deseo del consumidor para obtenerlas, y así crear en ellos una idea de necesidad y espera.

El diseño de moda lleva entre nosotros desde que somos capaces de tener deseo por un producto externo a nosotros. Nos vestimos desde los primeros hombres, pero no es hasta 1973 que las grandes firmas de moda del momento (y de éste también), empiezan a exponer sus colecciones para las venideras temporadas. Este hecho marca un antes y un después en la moda, donde las grandes firmas son capaces de influenciar a la “high street” con sus tendencias innovadoras. El hecho de que las tendencias se creen seis meses antes del lanzamiento de la idea original se debe a que las empresas de confección de “moda rápida” tardan menos de 15 días en diseñar, producir, entregar y poner en venta una prenda. Estas empresas más “low cost” tienen tiempo en 6 meses de estudiar las colecciones vistas en pasarela, ver cómo afectan a los consumidores y de esta forma crear sus propios diseños.

Sin embargo, son ahora las grandes marcas las que se adaptan al ritmo de consumo actual para poder lanzar sus propuestas al mismo tiempo que se presentan. De esta forma se consigue saciar al consumidor, al desear en tiempo real las propuestas de pasarela. Este nuevo curso que sigue el diseño tiene dos vertientes: los favorables a avanzar en esta nueva etapa de consumo y los favorables a continuar desarrollando el apartado de calidad e investigación del producto.

Tres de las firmas que se unen al proyecto de evolucionar dentro del mercado actual son Burberry, Tom Ford y Tommy Hilfiger. Éste último habla de una “democratización de la pasarela”, llegando a hablar de una “progresión natural”, sin marcha atrás. Las prendas de su desfile de este último Septiembre se podían comprar en la misma pasarela, ambientada en una típica feria americana, con Gigi Hadid como cabeza de su propia colección cápsula. Tom Ford, a su vez, declara que “En este mundo donde manda la inmediatez no tiene sentido mostrar una colección meses antes de que esté disponible para el público, es una idea anticuada”.

Se repite mucho las palabras “inmediatez”, “democratización del consumo”, “deseo”, “ansia” y “moda desechable”. Esto se debe a que, por lo general, si se sacia el deseo de obtener un producto en un corto periodo de tiempo, es más fácil cansarse de él e ir a por el siguiente.

Por otro lado, firmas como Gucci, Alexander Wang, Balenciaga o Dior no están por la labor de cambiar su sistema de producción. “Esos seis meses de espera son clave para cambiar procesos de producción, colores, materiales, y evaluar cómo reciben las prendas el público y los críticos”, declara el responsable de Only the Brave, Renzo Rosso, para Vogue España.

La crítica más grande hacia esta nueva propuesta tiene sus raíces en el proceso creativo y la calidad del producto. La mayoría de diseñadores en contra del “Fast-Fashion” basan sus críticas en que se sacrifica calidad y creatividad para lanzar antes las propuestas. La mayoría de ellos prefieren seguir con sus tiempos productivos y no perder los detalles que les hacen ser grandes marcas de “Haute Couture”.

El “See-Now Buy-Now” es una tendencia que se ha iniciado en el mundo de la moda y que ha “infectado” a grandes firmas en el corto periodo de tiempo de un año.

¿Hasta dónde somos culpables los consumidores de la bajada de calidad de los productos que consumimos? ¿Estamos dispuestos a ceder calidad frente a inmediatez?

 

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