El mundo del diseño se encuentra en constante cambio y evolución. Frente a esto, nos encontramos con dos tipos de actitudes: los diseñadores que se adaptan al desarrollo y los que son partícipes del mismo.

Este último es el caso del joven inventor Rodrigo García González, diseñador, arquitecto y creativo. También conocido como “el Da Vinci español”. Su intención de romper las barreras de la creatividad y revolucionar el concepto del diseño tradicional, se ve claramente reflejada en los numerosos proyectos que ha llevado a cabo.

Con tan solo 32 años, ha participado en numerosos proyectos arquitectónicos y de diseño industrial a nivel mundial, que le han llevado a exponer sus obras en grandes centros  y eventos artísticos como la Cité de l’Architecture de París o el Bienal de Venecia de Arquitectura. Incluso, ha llegado a ser objetivo de una de las mayores multinacionales tecnológicas, Apple.

Su filosofía es la de reinventar los diseños tradicionales, haciéndolos más sencillos, amistosos con el medio ambiente y útiles para el tercer mundo. Para ello, trata de buscar semejanzas con la naturaleza para que puedan mimetizarse, de alguna manera, con el ecosistema.

Desde muy pequeño, su inquietud por desarrollar proyectos que mejorasen nuestra calidad de vida o tuvieran el menor  impacto posible en el medio ambiente, fue muy llamativa. Por ello decidió estudiar Arquitectura en la Universidad Politécnica de Madrid y posteriormente cursar estudios relacionados con el Diseño Industrial en la India, Suecia y Chile.

En Madrid, su proyecto final de carrera obtuvo numerosos premios a nivel internacional. “ZIPIZIP” consiste en la construcción de un edificio de 12 plantas a partir de una estructura plegable de formas geométricas, que es capaz de adquirir grandes dimensiones. Permite economizar el espacio y reducir el tiempo de construcción a tan solo unas horas, ya que su intención es la de disminuir el impacto de los edificios en el ecosistema.

Entre otras de sus creaciones destaca una botella de agua comestible “Ooho”, que supone un ahorro del 100% de plástico. Tiene una llamativa forma de gota de agua y su producción es sorprendentemente simple y económica. Consiste en congelar una bola de agua y sumergirla en agua con calcio, seguido de un segundo baño en un extracto de algas Kelp. Para esto, el joven español se inspiró en una técnica de cocina que aplicaba Ferrán Adriá en algunos de sus platos, hace ya más de 20 años. Desarrolló este proyecto junto con dos diseñadores franceses, Guillaume Couche y Pierre Paslier.

Otro de sus proyectos, “AER”, se inspira en el funcionamiento natural de recogida de agua de las nubes. Consiste en la obtención de vapor de agua a partir del agua salada del mar, haciendo uso de la energía solar. El agua es purificada, transportada y distribuida de manera autónoma. Este sistema se podría emplear en zonas donde resulta complicado el abastecimiento de agua o en países del tercer mundo, donde es un bien escaso.

Otro de sus diseños, un tanto curioso, pertenece a su proyecto “No se traga”. Se trata de la lámpara “LAMPIPAS”, que es la primera lámpara enteramente diseñada con cáscaras de pipas. Si no se pueden comer, ¿por qué no reutilizarlas?.

Por último, destacamos un proyecto con el cual ganó el primer premio a nivel nacional en España, del concurso James Dyson, con su diseño de “HOP!”. La maleta inteligente capaz de seguir a su dueño a partir del bluetooth de su móvil. Una idea revolucionaria pero no tan idílica como suena. Presentó un modelo de equipaje que no necesita asas y que posee unas ruedas que se mimetizan con el diseño de la maleta. Presenta tres sensores en el lateral que le permiten conectarse a la señal del teléfono.

Más proyectos de Rodrigo García:

No debemos olvidar que la revolución del diseño no solo reside en el desarrollo de nuevas ideas, sino también en la reinvención de un producto que ya existe para mejorar su utilidad y sostenibilidad.