Una “nueva” madera ha nacido: Blackwood Tek
Cuando oímos hablar de innovación en materiales rápidamente pensamos en supermateriales, fibras de carbono, grafeno, nuevos polímeros… pero muy pocas veces la madera está en el punto de mira de la innovación como material, a no ser que se trate de un nuevo tratamiento o técnica… y es normal porque esta viene de los árboles, los cuales no hemos inventado, y aunque podamos plantarlos y “controlar” su disponibilidad, hay que respetar su tiempo de vida, su salud y su crecimiento.
Tratamos con un mercado complicado, donde cada madera es única, tiene un carácter especial que acaba en los productos creados con ella. Su artesano o fabricante puede entablar una conversación con ella, convirtiéndolo en ocasiones en un “purista” de esta y les provoca el rechazo a nuevos materiales alternativos, o sintéticos, que en cierta medida hacen perder parte de la esencia de sus creaciones. Por si esto no fuese poco hay miles de especies, que dan cientos de maderas distintas con todo tipo de propiedades, veteados y colores y para conseguir algunas en concreto dependemos de árboles centenarios, que se dan en zonas muy específicas del planeta, como el Amazonas, el bosque africano o la selva asiática.
Como todos ya sabemos la sobreexplotación del bosque tropical es una realidad difícilmente negable, nada sostenible. Y aún salvando la deforestación para la explotación agrícola, ya hemos acabado con la mitad de las selvas tropicales en busca de maderas raras, duras o preciosas, como pueden ser el ébano, el palisandro o el palosanto. Este sobreconsumo pone en riesgo la supervivencia de muchas de estas especies pudiendo ya haber cruzado el punto de no retorno, lo que supondría una inminente pérdida ecológica y encontrarnos ante algunas de estas maderas como materiales finitos.
Algunas grandes empresas ya concienciadas han empezado a proponer soluciones fuera de lo político, como crear bosques para su explotación privada, mientras estas especies repueblan su hábitat natural.
Pero, ¿qué hace a estas maderas tan especiales?
Son maderas que normalmente por su veteado y color son atractivas de por sí, pero además sus propiedades físicas y mecánicas como la dureza y la densidad, las hacen aún más preciadas, y únicas como materiales. Entrando en detalle de una de estas, el ébano es una madera única, cuyo color es uno de los negros naturales más intensos que se conocen, tiene una densidad muy alta (siendo una de las pocas maderas que se hunden en el agua), su buena y suave textura la hace una madera muy valiosa. Se utiliza principalmente en la industria de la música ya que además de todas estas propiedades mecánicas, tiene unas propiedades especiales en cuanto a tono y timbre. Se utiliza para diapasones y puentes tanto de guitarras como de violines o contrabajos, o para las teclas negras de los pianos.
A la hora de su explotación, en su caso, lo primero con lo que nos encontramos son las limitadas zonas en la que se da el árbol: apenas en algunas zonas de áfrica e Indonesia Una vez localizado el árbol, la parte del tronco con estas propiedades tan deseadas solo se dan en el corazón de este por lo que en algunas ocasiones apenas el 15% de todo el árbol es útil para los fines que se pretende.
¿Y si hubiese una posibilidad de crear una madera “sintética” con las mismas propiedades que se pretenden?
Pues esta posibilidad existe, se llama Blackwood Tek, se trata de una madera tecnológicamente modificada que presenta las propiedades y el aspecto del Ébano africano o del Palosanto de India.
Se obtiene a partir de madera de Pinus Radiata (FSC® 100%), procedente de plantaciones de ciclo corto en Nueva Zelanda. Es apta para su obtención gracias a que crece de forma recta y con pocas ramas, formando una madera muy uniforme que junto a la alta humedad favorece el crecimiento rápido de los árboles se forman amplios anillos de crecimiento, esenciales para el posterior proceso de impregnación y compresión.
En la fábrica se cortan las piezas de pino, se introduce en un secadero, en el que se seca hasta un 10% de humedad. En la primera fase, la madera se introduce en un contenedor de presión positiva, donde se impregna con el catalizador junto a pigmento natural que le dará a la madera su color final. Se realiza un segundo ciclo de secado que reducirá el contenido de humedad a un 2-3%. Una vez terminado, la madera vuelve a introducirse en el contenedor de presión. En esta segunda fase de impregnación, se introduce una resina orgánica, procedente de residuos de la agricultura. La presión del contenedor consigue que la madera se impregne en toda su profundidad con la resina. Finalmente, cada pieza será comprimida en una presa con calor, que reducirá su grosor en un 40%, aumentando la densidad.
El producto final del proyecto, una vez testado y alcanzados los objetivos, incluso mejorando algunas propiedades como la resistencia a la humedad o el fuego, no dispara el precio de su producción en comparación a los de explotación con el precio de la madera a la que aspira ser. Por lo que se presenta una alternativa clara que, puede ser el camino a la sostenibilidad de estos raros bosques y a la prolongación en el tiempo de las especies naturales, de las cuales podríamos seguir disfrutando indefinidamente con una explotación sostenible.
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