Diseñar para comunicar. Marcelo Leslabay.

Hemos tenido la oportunidad de hablar con el actual director de la revista Experimenta, comisario en numerosos eventos de diseño y responsable del Grado de Diseño Industrial en la Universidad de Deusto. Un hombre con mucho recorrido, que nos ha aportado su modo de ver e interpretar todo lo que rodea al diseño.

Bueno, empezamos… ¿Cómo decidió adentrarse desde el mundo del diseño industrial y de la arquitectura al editorial?

Mi formación es de diseñador industrial, pero yo no soy un ingeniero, estudié Bellas Artes. Llegué a España en el año 88, y a los 15 días ya estaba trabajando en un estudio de Diseño, aquí en Madrid.

En el año 92, después de la Expo de Sevilla y de las Olimpiadas, hubo una gran bajada de trabajo y de producción, y me harté de hacer objetos. Sentí como que había ya demasiadas cosas diseñadas, otra silla más, otra lamparita, otra… Tuve como una crisis de la profesión, de decir: ¿Tenemos que diseñar más cosas?, ¿por qué no reenfocar las que se están haciendo? Fue entonces cuando conocí al que era director en ese momento de la revista Experimenta, que tenía un discurso del diseño orientado más hacia la reflexión de la producción. Noté que a lo mejor podía aportar más cosas desde la escritura o desde un evento, que desde la realización en sí de un objeto.

Después, otra cosa importante de la que me he dado cuenta es que, en realidad, lo que más me gusta del diseño es la comunicación. Cuando estás diseñando una botella, por ejemplo, no solo estás diseñándola, sino estás comunicando una serie de sentimientos que se expresan a través de esa forma, de esos materiales, de esos colores, de esos reflejos. Pero ¿qué es comunicación cuando estás diseñando algo? Estás diseñando algo para los demás y cuando lo haces un medio de comunicación, es diseño. Al final es la misma cosa. Te das cuenta de que diseñar el espacio donde estamos ahora, las lámparas o la página web, no es otra cosa que comunicación. Lo que cambia es la manera de expresar.

¿A qué puede deberse el desconocimiento que existe en nuestra sociedad sobre nuestra profesión de diseñadores industriales y del impacto social que implica?

Ha tenido varias etapas. Creo que los diseñadores somos muy buenos para comunicar lo que hacen los demás, pero no lo que hacemos nosotros. Respecto a otras profesiones, evidentemente la nuestra es mucho más reciente, no podemos comparar con la medicina, el derecho o la arquitectura, porque llevan muchos más años académicos. Lo nuestro, de alguna manera, fue a partir de la Revolución Industrial cuando tomó un carácter más reconocido por la sociedad (si bien creo que el hombre ha diseñado desde sus primeras herramientas).

Cuando en los años ochenta se comunicó la actividad del diseñador, fue de forma muy frívola, como que el diseñador era el que ponía la guinda a un pastel que había hecho un cocinero de prestigio, y nosotros éramos los que le poníamos acabados, colores. Por lo que se desprestigió mucho nuestra profesión. Entonces, espero que venga una etapa en la cual los diseñadores asumamos que tenemos que comunicar nuestra profesión, en qué se diferencia de otro profesional, para que no nos juegue en contra.

Hablando de etapas del diseño, ¿cree que nos estamos dirigiendo hacia una más formalista o una que lo engloba todo (estética, función y comunicación)?

De alguna manera, hemos pasado de un diseño mucho más operativo, en el que manejaban una serie de herramientas de expresión (del dibujo a las maquetas y prototipos) a buscar ese equilibrio entre forma y función, a que comunicara algo. Ahora hay un siguiente paso, que es que lo comunique de una forma estratégica. Es decir, hemos de ser una profesión dirigida a resolver otro tipo de problemas más inmateriales, más cerca de lo que pueda estar una metodología del Design Thinking. Más que diseñar objetos, vamos hacia el diseño de experiencias.

Sin embargo, no tenemos las herramientas todavía, y hay poca gente que lo esté investigando. Donald Norman es uno de ellos, es quien posicionó el diseño emocional de forma más seria en lo que conocemos como diseño. Creo que nos falta investigar y que si en el diseño de nuestras escuelas no abrimos líneas de investigación no vamos a encontrar un lugar estratégico entre las demás disciplinas. Podríamos volver a quedarnos en algo operativo.

Hoy en día, el diseño se ha convertido en una profesión muchísimo más transversal que antes.

Es decir, no podemos trabajar solos, tenemos que colaborar con más personas; los psicólogos creo que podrían ser de los más cercanos, para ver esa reacción que tienen las personas ante una experiencia.

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¿Considera que hay un puesto para el diseñador industrial en el ámbito de la cooperación y del desarrollo humano?

La innovación social va a necesitar del diseñador, cosa que ya estamos notando. Nos llaman desde otras disciplinas porque ven que los problemas que deben resolver son demasiado complejos como para solucionarlos solos. Creo que una de las áreas que podemos cubrir es la visualizar de antemano cómo va a ser un entorno en el futuro, cosa que es muy difícil, ya sea para entornos con mayor o menor poder adquisitivo.

Saliendo del ámbito empresarial, para el cual se les dirige más en la formación, hay todo un mundo de necesidades que no tiene que ver con la empresa, que tiene que ver con la sensibilidad de una sociedad, con resolver una serie de problemas básicos, como decir: aquí se está tirando comida y acá la necesitan.

No debemos ser ingenuos, para no crear una necesidad al tratar de aportar una solución. Cuando estás diseñando debes saber que la capacidad para cambiar una sociedad es mucho mayor de lo que tú crees.

¿Qué opina usted sobre ese “llegar a la idea”? ¿Existe un don para la creación y la innovación o es fruto de las metodologías?

Es muy mágico ese momento. Cuando existe una muy buena idea, no hay metodologías. Se trata de una serie de factores, de estrellas que están alineadas, y son pocas las ocasiones en las que ocurre. En general, lo que nos pide el mercado son buenas soluciones, no ideas que sean extremadamente rompedoras; pide una innovación incremental, que tenga un punto de continuidad con lo que existía. Este tipo de innovaciones desembocan de las metodologías que manejamos los diseñadores. Podemos mejorar aspectos de un producto, pero la innovación disruptiva viene de un don que no se enseña.

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¿Alguna vez se ha tenido que enfrentar a una situación en la que el mercado le pide una cosa y su ética le dice otra? ¿Cómo puede enfrentarse un diseñador a esa situación?

Creo que va a ser otro de los desafíos que tendremos que abordar los diseñadores, aunque en los referido a la estética esté superado. Un problema actual en el que deberíamos tomar posición es la obsolescencia programada. De hecho, tengo un decálogo, una adaptación del que hizo Dieter Rams, donde describo la actitud que debe tener un diseñador (respetar el medioambiente, design for all, etc.).

Muchas veces te tienes que enfrentar a lo que tu ética no admite. Personalmente, como comisario, he tenido que rechazar trabajos porque consideraba que éticamente no estaban promoviendo una actitud sana para la sociedad. Por ejemplo, jamás permitiría que en una escuela se diseñen armas, cosa que parece más de sentido común que de ética. Al no ceder y rechazarlos te quedas mucho más tranquilo, es una actitud más sana la de decir “no me interesa” o “mira, llama a otra persona porque no soy el indicado para hacer esto”. Creo que las escuelas deberíamos tener un compromiso ético, como tienen los médicos, para que los objetos y los entornos que diseñamos sean los mejores posibles.

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¿Qué cosas debería buscar o adquirir un universitario en diseño industrial que busca adentrarse en el mundo laboral?

Los grados están bien, responden a una serie de necesidades. El problema está en que la sociedad va más rápido de lo que se adaptan los planes de estudio. Entonces, cuando tú salgas al mercado dentro de unos años, es posible que las herramientas que te pidan sean distintas a las que has adquirido a lo largo de tu formación académica.

Una de las cosas a las que debe acostumbrarse el diseñador es al cambio.

Si quieres sacar una foto al diseño de este momento siempre sale movida.

No es una profesión que tenga estabilidad, un día estamos trabajando en food design, y otro en prótesis, o en innovación social. Es decir, nos vamos escabullendo y metiendo en los huecos que vamos encontrando en cada área, ya que en todas existe un lenguaje para el diseño.

Me resulta difícil saber que áreas serán, pero yo pondría una ficha en el diseño emocional y el diseño de experiencias, en conocer más la persona, pero no para ver cuáles son sus motivaciones a la hora de consumir, sino en el aspecto del bienestar de las personas. Si somos capaces de detectar esas emociones que hay alrededor de una ciudad, de un espacio, o de un local, apostaría más por eso que por herramientas técnicas.

En las herramientas diría que hay que estar atento a todos los cambios (¡SolidWorks no es la única herramienta!). Si tienes un producto, tendrás que saber representarlo con la técnica que más se ajuste a este. Creo que los cambios tecnológicos van a ser mucho más fáciles de prever que el comportamiento humano.

Si te digo consejos, serían: viajar mucho, aprender la mayor cantidad de idiomas posible, y ser muy curiosos, cuestionarlo todo, el por qué está una cosa así y no de otra forma. Si mantienes esas tres actitudes (curiosidad, cuestionamiento y aceptación del cambio constante) tienes muchas más posibilidades de supervivencia.

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