Centenarios y huérfanos

Grandes diseños cuya autoría permanecen en el anonimato trascurridos más de 100 años desde su creación.

Algunos de los primeros diseñadores industriales nunca imaginaron que sus productos perdurarían en el tiempo alcanzando el siglo XXI. Auténticos iconos del diseño funcional que prometen acompañarnos durante muchas décadas. A continuación recogemos algunos de los ejemplos más destacables.

Cierre hermético: Tarros Le Parfait (1820s)

El característico cierre hermético de estos tarros podemos encontrarlo en las cocinas de todo el mundo. Los primeros diseños aparecieron a principios del siglo XIX en Francia con el objetivo de almacenar todo tipo de conservas, frutas y foie gras. La empresa Le Parfait patentó el primer diseño en los años 30,  permaneciendo líder en el mercado hasta la actualidad gracias a la calidad de sus productos. Se puede obtener un sello hermético del tarro con el vacío que se crea al calentarlo. Este diseño ha sido repetidamente imitado y plagiado, pero ninguno iguala al distintivo sellado naranja de los productos de Le Parfait.

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Pinzas de la ropa (1850s)

Se cree que el primer producto que pudo ser considerado pinza fue creado por una comunidad cristiana llamada Shakers fundada en 1772. Debido a su funcionalidad se extendió enormemente su uso y, a pesar de no poder declararse ningún padre legítimo, se patentaron más de 146 diseños en la Oficina de Patentes estadounidenses entre 1852 y 1887 siendo D.M. Smith quien creó el diseño más reconocido hoy en día, compuesto por 2 piezas de madera unidas por un muelle de acero.

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Cuaderno de viajes: Moleskine (1850s)

Los inicios de estos populares cuadernos se consolidan en Paris a mediados de siglos XIX, convirtiéndose en herramientas y testigos privilegiados de artistas como Oscar Wilde, Vincent van Gogh o Pablo Picasso. Las pequeñas papelerías locales se encargaron del suministro de este tipo de producto hecho a mano por encuadernadores franceses hasta finales de los 80s. Fue el escritor Bruce Chatwin quien bautizó “Moleskine” a su libreta de viajes, la cual disponía las características del actual diseño. En su libro “The Songlines” (1986) explica como una pequeña empresa de gestión familiar situada en la ciudad francesa Tours interrumpió la producción de este escaso producto debido a la muerte de su propietario: “le vrai Moleskine n’est plus”. No fue hasta 1998 que la empresa Modo & Modo decidió resucitar el legendario cuaderno utilizando el mismo apodo literario, junto la extraordinaria tradición que lo caracterizaba.

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Silla plegable de tela (1850s) y de jardín (1900s)

No hay duda de los orígenes náuticos de la silla plegable de tela, presente en las cubiertas de los cruceros del siglo XIX. Por accidente se creó un producto que fuerza a la relajación ya que resulta imposible sentarse recto, obligando al usuario a reclinarse. Décadas después se popularizó la silla de jardín en el ámbito público de Paris, cuya estructura metálica no solo ahorraba más espacio sino que aumentaba su fiabilidad y calidad. Gracias a su discreta estética y alta funcionalidad se ha consolidado como el prototipo de silla de jardín plegable que conocemos hoy en día.

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Y cercano a cumplir el centenario…

Copa Martini (1920s)

La reconocible silueta de la copa de Martini es un símbolo de celebración y del glamour de los años 20. Aunque sus inicios son difíciles de establecer, su diseño fue influenciado por el estilo de las altas clases. Su elegante y refinada forma refleja el alma de los cócteles sencillos como el Manhattan o el Martini, al que debe su nombre.

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Artículo escrito por Mauro Médichi. Más artículos relacionados aquí.

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