Recuperar el arte en la producción: William Morris en la era de la economía digital

En un fin de semana cualquiera, los consumidores suelen pasear por centros y calles comerciales, buscando electrodomésticos, mobiliario, dispositivos electrónicos. Las funciones de estos artículos y su estética incitan a la compra, más que otros factores. Mucho más que los materiales, aunque pronto las partes de la batidora tengan holgura en alguna unión, y se cumpla la programada obsolescencia. Mucho más que la fabricación, porque los productos se fabrican muy lejos, y quién puede conocer los procesos que siguen los trabajadores, o mejor aún, los robots.


Este capitalismo industrial ya fue vaticinado por William Morris (1834 – 1896), uno de los fundadores del movimiento Arts & Crafts. A Morris se suele volver de forma cíclica, debido a sus ideas, que combinan estética gótica, socialismo y elogio del mundo rural, pero también por sus proyectos en los ámbitos de la empresa, la artesanía y el diseño. Entre el 6 de octubre y el 21 de enero, los interesados en el polifacético inglés y su corriente pueden acercarse a la exposición William Morris y compañía: el movimiento Arts & Crafts en Gran Bretaña, que alberga la Fundación Juan March en su sede madrileña.

William Morris creó una estética de los objetos, influenciada por el resurgimiento del Gótico (Augustus Pugin, John Ruskin), en la cual no existía diferenciación entre “artes mayores” y “artes menores”. Una cita de Ruskin, a quien conoció en Oxford, tiene gran relación con sus creaciones: “El arte es la expresión de la felicidad que obtiene el hombre de su trabajo”. Basta leer la conferencia Las artes aplicadas en la actualidad, recogida en la recopilación La Era del Sucedáneo y otros textos contra la civilización moderna (Pepitas de calabaza, 2016). En ella define dos metas para la decoración de objetos útiles (las “artes aplicadas”). La primera es otorgar belleza a un resultado del trabajo que, de lo contrario, sería feo. Esta definición fue contrastada según fue consolidándose la disciplina del diseñador industrial, y en múltiples formas, desde Ornamento y Delito de Adolf Loos a la recontextualización de Duchamp. Él mismo reconoce que las tareas necesarias ya son validadas por su propia naturaleza; los objetos que fueran adecuados para esas funciones cotidianas podrían tener una belleza intrínseca. Es de mayor actualidad su segunda meta propuesta, que explica la decoración como una actividad propia del trabajo que añade placer a éste. Morris considera que los objetos son arte cuando son fruto de un proceso que incluye ese trabajo decorativo. No concibe que un objeto creado mediante un trabajo desagradable sea bello, independientemente de su funcionalidad.

Si en la actualidad William Morris diera conferencias, seguramente transmitiría un concepto de calidad directamente relacionado con las condiciones laborales. Su perspectiva sobre la producción ponía por delante dicha producción, por su propio valor, en vez de por generar beneficios para el capitalista. Tanto la empresa industrial como el arte formaban parte de su cosmovisión de una vida sencilla y cercana a la naturaleza. Seguir sus convicciones, esquivando la contradicción, le supuso frustraciones pero también hitos: su compañía Morris Marshall Faulkner & Co. ofrecía los mejores salarios de Inglaterra y el movimiento fue pionero en la incorporación de la mujer al trabajo artesano. Una trayectoria que llena de significado citas como la siguiente:

La obligación de trabajar en algo que a uno no le gusta es la maldición de la civilización. Esforzaos y convertid vuestro trabajo en placer: esa es la clave para la buena vida.

Block printing at the Morris & Co Merton Abbey workshop © William Morris Gallery

Aproximadamente 100 años después del movimiento Arts & Crafts, la terciarización de la economía comenzaba a perjudicar a la manufactura en los países desarrollados, y a suprimir la relevancia de la crítica a la producción industrial. Y en el presente la economía digital no sólo refuerza al sector terciario, sino que permite producir prácticamente sin trabajadores, incluso en los hogares (impresión 3D). Pero en este mundo globalizado las cuestiones sobre el consumo y la producción permanecen, y existen reacciones. Algunas empresas ponen en práctica las ideas de Morris, tanto en cuanto al número de productos fabricados como en la calidad que quieren ofrecer. Otras combinan la mecanización con la artesanía en ciertos grados, recordando a las empresas alemanas inspiradas por el movimiento Arts & Crafts. Proyectos como PET Lamp recuperan artesanías locales y contienen conciencia medioambiental. Además, se plantean propuestas de comunidad alternativas, que no comparten el gusto por lo rural de Morris, pero sí buscan la sostenibilidad.

Por tanto, existen productos o modelos de convivencia que podrían considerarse una actualización de William Morris. No obstante, queda la incertidumbre sobre el papel de estas tendencias: ¿serán testimonio de una época ecléctica o el preámbulo de un cambio de paradigma?

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