Anaglifo: el volumen sujeto al plano
Antes de las gafas de realidad virtual, de las películas en 3D y de las imágenes multidimensionales de vírgenes o caballos galopando, que puedes encontrar en cualquier bazar de barrio; un francés, Louis Ducos du Hauron constató los principios del fenómeno de síntesis de la visión binocular en el que se basa el efecto del anaglifo.
Este concepto, aparentemente desconocido, responde al efecto de tridimensionalidad que provocan dos imágenes similares desfasadas una respecto de otra cuando son observadas a través de unas lentes especiales. Las populares gafas de cristales rojo y azul, que son ya un icono reconocible por numerosas generaciones y un símbolo para los nostálgicos. Ocurre que, como ilustradores, fotógrafos y artistas en general también son personas; quizá sienten esa debilidad por esas cosas del pasado que llegaron a marcar a una generación. Los sentimientos de reminiscencia que este tipo de cosas despiertan son, con frecuencia, el hilo hacia una fuente de inspiración.
En la actualidad existen varios artistas que se basan en la teoría y estética del anaglifo para crear sus obras, descontextualizando, extrayendo y componiendo un nuevo lenguaje común y una nueva tendencia.
Originalmente la elaboración de anaglifos se reducía al mundo de la fotografía, extendiéndose posteriormente al cine. Dentro de esta disciplina más tradicional resulta interesante la obra de Henry Hargreaves. Su colección de anaglifos recogida en la publicación 3DD, transporta la fotografía erótica tridimensional de principio del siglo XX a nuestro tiempo.
Actualmente la tendencia del anaglifo ha encontrado su nuevo nicho en las artes gráficas; en el dibujo, la ilustración y el tatuaje principalmente.
El principio de este lenguaje es simple, se fundamenta en la superposición de imágenes y la dualidad de los colores rojo y cian.
En base a eso el artista puede utilizar este recurso con una intención más significante o más estética.
Las posibilidades van más allá de lo anecdótico debido al significado inherente de la superposición de estos dos colores. Desde la sencillez del uso del cromatismo, con o sin intención de producir un efecto tridimensional, como en caso de las obras del tatuador Winston the Whale o el ilustrador Marco Oggian; hasta la transducción del sentido de profundidad de los colores a la imagen, de las obras de Amelie Fontaine, Luisa Uribe o las fotografías de Helmo.
El contraste en los colores atraviesa nuestras retinas y revela figuras inmiscibles que como el escáner de un control de aeropuerto, nos descubren la naturaleza y significado imperceptible de las cosas. La construcción dimensional ya no trata del volumen, sino del sentido y relación de las formas. La interpretación partiría entonces de la percepción adquirida del concepto y la estética del fenómeno visual.
El lenguaje estético del anaglifo parte de la aplicación de un precepto técnico adoptado por la fotografía, y popularizado por el cine, que ha sido transformado por distintas disciplinas artísticas en un estilo emocional capaz de impresionar al color, a este par complementario, un significado común e intergeneracional.
Leave a Comment
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.