La planta de valorización más limpia del mundo

El título no es ninguna boutade: en Copenhague existe una planta de valorización que no contamina nada. Este proyecto de BIG es además la única montaña (artificial) de Dinamarca.

El edificio se llama CopenHill (también Amager Bakke, en castellano Colina de Amager, por la esplanada industrial donde se sitúa). BIG, el estudio del polarizador Bjarke Ingels, ha estado diez años desarrollando el proyecto con la empresa pública Amager Ressourcecenter.
En el sector energético, se clasifican como plantas de valorización aquellas que producen energía a partir de desechos orgánicos, también poliméricos. Cuando los desechos no pueden reciclarse, en estos lugares se incineran para conseguir energía eléctrica o se transforman en biocombustibles.

Fotografía: Rasmus Hjortshoj

A simple vista, destaca una ladera verde en el tejado de la planta. Ésta funciona como pista de esquí y es la característica que representa de forma más obvia la función social del edificio. Aprovechando la limpieza de la instalación, BIG proyectó un espacio para los ciudadanos incidiendo en las posibilidades lúdicas. Por ello en la construcción con forma de cuña se diseñaron, además de la pista, caminos arbolados (de SLA) e incluso lo que anuncian como “la pared escalable artificial más alta del mundo”.

Fotografías: SLA

En cuanto a su función principal, el centro cuenta con tecnología de tratamiento de residuos y producción energética suficiente para crear un circuito cerrado y no emitir dióxido de carbono. En 2018, sus dos hornos incineraron 450.000 toneladas de residuos con lo que proveyeron de electricidad a 30.000 hogares y calefacción a 72.000. Este tipo de suministro apoya el objetivo que Copenhague se ha marcado para 2025: ser la primera ciudad con tasa neutra de emisiones de carbono.

Fotografía: Søren Aagaard

Disponiendo la maquinaria según altura se consigue la forma de cuña; la fachada se construyó con unidades de aluminio (3.3 metros de ancho por 1.2 metros de alto) que parecen apilarse como ladrillos. La edificación no sólo delimita una instalación energética, también negocios relacionados con el esquí en la base, un bar en la cima, espacios administrativos y un centro educativo relacionado con la sostenibilidad.

Un ejemplo cristalino de sostenibilidad hedonista – una ciudad sostenible no es sólo mejor para el medio ambiente – también es más agradable para las vidas de sus ciudadanos

Las palabras de Ingels concuerdan con su visión optimista, para algunos demasiado confiada en la potencia creadora humana, para otros motor esencial de su proceso creativo. Un cínico podría señalar que este tipo de plantas no desincentivan un estilo de vida que genere muchos residuos. Incluso puede remitirse a esos rincones delimitados entre pilares tubulares de gris pálido, en el corazón del sistema. Pero lo apabullante puede suscitar adhesión tanto como repulsa. Una pregunta para todos ellos sería: ¿el desarrollo sostenible necesita un poco de ingenuidad ambiciosa?

Portada de Aldo Amoretti

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