¡EL BLANCO HA MUERTO!
Un producto genial no debe ser presentado en un entorno corriente, ¿y qué mejor forma de crear un contexto interesante que a través del uso del color? Inspirados por la cultura pop, las grandes marcas optan de una forma cada vez más atrevida por la explotación de este recurso un poco abandonado en estos últimos años en el mundo del diseño.
La presentación de la nueva película de Eduardo Casanova “Pieles” traslada al cine español las tendencias en cuanto a escenografía que triunfan en Hollywood. Este mundo ideal de tonos pasteles habitado por dantescos personajes es el marco en el que el joven director envuelve como si de un regalo se tratase, una trama considerablemente lineal. El calor, la calidez y la suavidad del rosa chocan con los “parias sociales” proyectados como un claro intento de causar el desagrado del público, siendo muy posiblemente esta distopía la que hace el film interesante.
Pero esto no es un invento nuevo, ya que a lo largo de los últimos años (sobre todo en el ámbito cinematográfico) se ha observado que el cuidado obsesivo del cromatismo es una poderosísima arma a la hora de conectar con el espectador. Y esto gracias a grandes directores como Wes Anderson, mejor conocido como “el maestro del color”. Sus escenas, en las que hasta el último detalle sigue un mismo patrón de colores, como si de una obra de arte se tratase, han colocado a este director a la cabeza de un ejército de fanáticos de sus creaciones.
Todo esto sin mencionar el fenómeno “La La Land”, cuyo uso del color y cuidado de las escenas les granjearon el Oscar a “Mejor fotografía” y “Mejor dirección de Arte”. Esto nos plantea una incógnita: si esta técnica ha calado tan profundamente en el séptimo arte, que es una disciplina que se nutre de la conexión con el usuario esencialmente a través de imágenes, ¿cómo podría afectar esto al mundo del diseño?
Ya nos lo anticipaba Apple en el 2013 con la presentación del iPhone 5C, donde el atractivo del producto residía esencialmente en sus colores estridentes y llamativos, junto con una campaña de lanzamiento que abandonaba las líneas obsesivamente etéreas de la marca para entregarse a una explosión de color. Apple es una marca que juega en un rango de colores muy limitado; fondos blancos y grisáceos con pequeños acentos de color para atraer la atención del usuario, pero es precisamente esta estrategia de marketing del color que ha sido definida como “juvenil y sofisticada”, y su enorme éxito en el mercado es lo que ha provocado la masificación de la misma.
Obviamente Apple no fue la primera de las marcas en jugar con la percepción del propio usuario a la hora de presentar los productos. Otro claro ejemplo lo encontramos en el mundo de la moda de mano del imperio de Inditex, que de forma muy resaltada en su marca más “célebre”, ZARA, opta por la proyección de una estética de alta costura a través del juego de colores prenda-fondo que obliga al comprador a dirigir su atención a una serie de productos diferenciados al recorrer su catálogo online. Esta estrategia alcanza su máxima expresión cuando está acompañada por el uso de estampados cada vez más llamativos y atrevidos, y la presentación de los mismos tanto en las prendas como en el contexto en el que se presentan. Rompiendo todas
las normas de composición que señalan el fondo como algo que debe pasar inadvertido al usuario, este atrevido juego de percepciones no provoca una pérdida de atención en el producto como cabría esperar, sino un mayor énfasis en el mismo.
Y como no podía ser de otra manera, esto no es más que el reflejo nacional de las tendencias de las grandes marcas extranjeras. Moschino, Prada e incluso Chanel, hacen uso de esta estrategia a la hora de diferenciarse en el mundo de la moda, donde en el momento actual prima lo ecléptico y el juego con patrones y bloques de color extremadamente marcados posiblemente influenciado posiblemente por el auge de una nueva cultura pop que imita el mundo del arte underground. El blanco ha muerto. La presentación de un producto sobre un fondo lo más neutro posible ya no causa impresión en el espectador, y en un entorno tan globalizado, y cada vez más masificado, diferenciarse es esencial. Si bien el mundo del diseño abandonó la estética colorida y estridente propia del siglo pasado para dar paso a un minimalismo extremo en el que el énfasis se ponía de forma única en el producto, el constante bombardeo de imágenes limpias y nítidas han provocado que estas dejen de resultar interesantes. Surge aquí la necesidad de reinventarse. Al fin y al cabo, ¿no es el diseño la alta costura de los objetos?
La psicología del color es una poderosa pero abandonada herramienta que está siendo recuperada y enfatizada por grandes referentes en el mercado de sensaciones. Tanto el cine como la moda y el diseño se basan en la conexión última con el usuario para crear en este una necesidad, por lo que resulta esencial estar atento a lo que ocurre a nuestro alrededor para conseguir destacar.
Los grandes artistas copian, los genios roban. Pablo Picasso.
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