TRAP: música, moda y un estilo de vida

Hoy en día, conseguir una identidad es, probablemente, lo que más preocupa a la juventud. Y es que esto implica adoptar una serie de compromisos firmes y estables en muchas áreas de nuestra vida. Está claro que no todos los jóvenes de hoy en día pueden decir que pertenecen a “algo”, bien sea en lo político, económico, social… pero es cierto que cada vez son más los que demuestran en su personalidad una mayor estabilidad emocional y menos vulnerabilidad a la presión de grupo, dos de las cualidades que caracterizan a los artistas que pertenecen al género “trap”.


Y aquí nos detenemos, con el trap. Un género musical no tan nuevo como se cree, que ha pasado de ser escuchado por un público reducido a sonar en gran cantidad de festivales, discotecas o incluso en anuncios televisivos. Es un género muy difícil de delimitar, ya que tiene más que ver con una forma de vida que con un estilo musical en concreto; por lo que llamaremos trap a todo este mundo que está en auge, centrándonos en el trap nacional.

La Zowi, una de las representantes femeninas del género musical.

El trap ha sido muy criticado por diversos aspectos, pero principalmente por su forma de producción, pues en él es muy común que exista lo que se denomina autoproducción. Es cierto que, gracias a esto, el sonido puede ser de peor calidad que el obtenido en un estudio de grabación profesional, pero esto le proporciona una ventaja: la inmediatez. Y como nuestra generación es impaciente y consume vertiginosamente todo el contenido que se cuelga en las plataformas musicales, la autoproducción del trap ha sido un éxito, ya que permite publicar música y contenido visual sin esperar largos períodos de tiempos, sino que por el contrario, casi una vez al mes se puede producir contenido nuevo, para lo que una discográfica puede tardar un año.

Vídeo del grupo Recycled J

A pesar de las críticas, es evidente que los creadores de trap son cada vez más famosos y las discográficas están empezando a poner interés en algo que antes ni conocían o simplemente ignoraban. Ahora hasta los catalogan como artistas y están siendo cada vez más valorados porque consideran que son diamantes en bruto. De esta forma, las productoras les buscan, hacen un contrato con ellos y la autoproducción va disminuyendo poco a poco.
Otro de los motivos de reprobación, y probablemente uno de los más fuertes, son letras de las canciones de trap: sexo, drogas, trapicheos, colegas… Sin embargo, la proyección del trap es cada vez mayor y los artistas no solo expresan estos pensamientos, sino que van mucho más allá con críticas hacia la política, hacia el consumismo, hacia el capitalismo, hacia las relaciones personales. Posturas que influyen notablemente en oyentes que encuentran en estas letras un reflejo de sus propios pensamientos e ideas, encuentran en el artista un referente o simplemente una forma de evadir la realidad.
Las canciones así cautivan, pero no solo cautivan por el contenido de las letras. Ritmos característicos consiguen que hasta la sala más exclusiva de cualquier ciudad, baile y cante de principio a fin una canción de este género. Y es que las fiestas en las que suena el trap empiezan a destacar cada vez más por la heterogeneidad de su público: referentes de moda, reguetoneros, youtubers… Sus oyentes no solo son jóvenes de barrio que tienen vidas parecidas a las de los artistas, sino que tiene tanto potencial que es fácil encontrarse con un “trapero” haciendo de DJ en una fiesta celebrada por una marca de alta costura o la inauguración de un local. 
Por otro lado, como es algo tan mainstream, se han ido recopilando ciertas palabras para crear un vocabulario propio. Son términos que en ocasiones provienen del inglés, del árabe o del caló como: feka, flexy, josear,  y que ayudan a componer esa identidad propia de la que hablamos al principio. Además, este vocabulario va unido a un estilo de ropa característico y amplio que permite a cada uno proyectar su personalidad, a la vez que formar parte de algo.

Rosalía, cantante inicialmente de género flamenco muy influenciada por el estilo.

Hoy, el concepto trap tiene dos vertientes principales: música y moda. Lo curioso es que aunque la música trap va unida directamente a la moda trap, esta última puede ser totalmente independiente. Grandes, medianas y pequeñas firmas de moda apuestan por colecciones muy influenciadas por este estilo. Y es que si la industria de la moda quiere que se lleve algo, ese algo se va a llevar, incluso sin saberlo. 

Cambiante y adaptable, el trap nació en zonas marginadas, muy influenciadas por la droga, pero ya no se mira desde la distancia, el trap está en las calles, en las tiendas, en las fiestas… Su poder es cada vez mayor y su influencia en la sociedad es merecedora de, por lo menos, una pequeña reflexión.

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