Nítido equilibrismo: entrevista a Plantea Estudio
Ganadores del Premio COAM por Sala Equis, Plantea Estudio proyecta espacios de gran coherencia estética, trabajando en el umbral entre conceptos. En esta conversación los socios principales, Lorenzo y Luis Gil, muestran sus cartas con transparencia, fieles a su ideal de arquitectura abierta.
Fotografía: Ana Abad
Dentro del estudio, unos segundos bastan para que empecemos a tocar, a apreciar, diferentes materiales que Luis Gil nos presenta. Algunas cerámicas que están desarrollando junto a una fábrica cercana. Muestras del recuperado terrazo, en ninguna mezcla estridente. Desde lo concreto, incluso los detalles de su espacio, empiezan a explicarse las bases estéticas de Plantea. Luis recorre facetas de la arquitectura como el aprovechamiento de los condicionantes, que depuran el proyecto, o las posibilidades de la luz como creadora de espacios. Cuando se incorpora su hermano Lorenzo, el intercambio está preparado para germinar. Sobre arquitectura, y no sólo sobre construir, pocas preguntas necesitan para reevaluar y aportar su visión personal.
Luis Gil: En ocasiones, no estamos en contra de una relación por contraste. Cuando el resto de elementos no tienen valor, lo nuevo puede llegar a ordenar lo que hay alrededor, por contraste. Por ejemplo, estamos haciendo una casa en Alcalá de Henares, en un entorno de construcción nueva y casas unifamiliares, y me decía el jefe de obra: “ninguna de estas casas pega nada con el sitio”.
Lorenzo Gil: Si al hacer, en este caso una vivienda unifamiliar, te fijas en la orientación, el carácter de Alcalá, la pendiente de la ladera, el clima, eso es lo verdaderamente importante, no lo contingente. Hay que mirar más allá de lo circunstancial, incluso en el uso de la casa. Por ejemplo, a la hora de establecer los huecos interiores de luz, no pensamos que deban dimensionarse en función de funcionalidades interiores. Es muy habitual en la arquitectura de hoy en día ceñirse a convenciones , que tienen que ver con…
Luis Gil: Con la normativa y la economía. La norma te exige un 10 % de ventana en función de superficie habitable, y los promotores van a esos mínimos.
Lorenzo Gil: Y así puedes reconocer las habitaciones desde el exterior, porque están escaladas. Esa lectura, en una villa, una casa, no existe. En una casa el baño es tan habitación como un salón.
Luis Gil: Sí, el tratamiento de todo lo que tenemos alrededor es consciente, para que armonice por empaste o por contraste en el entorno. Por ejemplo, cerca hay un restaurante mejicano. Encima tiene un edificio clásico madrileño y el local está pintado de azul, blanco, rojo…con luces de colores…Nosotros creemos que la imagen de un local debe ser compatible con el edificio y con el barrio. No puedes montar un decorado.
Lorenzo Gil: Una de las cosas que más nos ha gustado de Sala Equis es que la gente del barrio lo considera del barrio. No es una aparición. Entran con naturalidad, por las mañanas hay gente desayunando, tirada en la plaza. Buscamos que las cosas pertenezcan. Pero el verbo pertenecer es complejo.
Luis Gil: Tienes que tener su propia personalidad, pero tu estar debe ser comprensible.
Lorenzo Gil:
Nos gusta decir que la arquitectura que hacemos debe pertenecer al lugar del mismo modo que un árbol: no sólo pertenece sino que construye. Un árbol singular tiene su identidad y evoluciona de forma natural en el sitio. Crece en función de sus circunstancias y envejece con el lugar.
Luis Gil: Existe una cuestión importante y es que no sólo debe corresponder con el lugar, sino que debe haberse quedado corta en cuanto a su terminación. Debe completarse con el tiempo. Lo que nosotros hacemos no está completo del todo; deja espacio para que el propietario, quien lo vive y lo usa añada capas que lo completan. Si no, haces un ovni.
Vuestros espacios claramente dejan a las personas apropiarse de ellos.
Luis Gil: En ocasiones eso corre a nuestro favor, en ocasiones muy en nuestra contra. A veces no podemos volver a hacer fotos. [Risas]
Lorenzo Gil: Tratamos de que eso no suceda. Tienes en cuenta la personalidad de quien va a ocupar el espacio. En algunos locales, y aún más en viviendas, se nota la lucha entre el arquitecto y el habitante. A primera vista se puede apreciar la falta de coherencia. El diálogo es fundamental; en Sala Equis lo hubo y eran 5 clientes.
Luis Gil: Yo me subo a un Ferrari y quedo mal. Da igual lo bonito que sea, porque a cada uno le corresponde un tipo de coche. Hay que tratar de leer a la persona o familia, y dentro de lo que sabemos hacer, darles lo que mejor les sienta.
Lorenzo Gil: en cuánto al saber hacer, y la cuestión del estilo…
Luis Gil: Esa es muy larga.
Lorenzo Gil: Larguísima. [Risas]
El método y el estilo, tan relacionados.
Lorenzo Gil: Dicen que el estilo es la expresión de tus carencias: “Haces lo que sabes hacer”. Pero el estilo no debe ser algo personal. El estilo es el de una época. El gusto es personal, el estilo es común.
En cuanto a eso, ¿cuáles son vuestros estilos favoritos de arquitectura?
Luis Gil: Es difícil de contestar. Somos capaces de defender edificios posmodernos, por ejemplo. Me gusta Aldo Rossi, mucho, pero sería incapaz de hacer un edificio como Aldo Rossi. También nos gusta Peter Zumthor, que parte de ese postmodernismo, que es capaz de hacer formas que nada tienen que ver con la función que albergan, formas puras en sí mismas, pero que enraiza con una tradición artesana, carpintera, distinta de la de Rossi. Consigues enlazar artistas mediante categorías que te interesan, y de dos edificios, uno de Rossi y uno de Zumthor, te gustan mucho los dos.
Lorenzo Gil: Por debajo del lenguaje que está en la superficie, existen actitudes que sí compartes. Rossi y Zumthor enlazan por medio de la ética. ”A quién se orienta la arquitectura”, “cómo se utilizan los materiales”. Entras al Panteón y es una lección de arquitectura: cómo se entra al lugar, el concepto de la puerta, el espacio exterior-interior… Cuestiones ambiguas están en el Panteón igual que en la arquitectura de los 60 y 70 de Aldo van Eyck, o del Team 10. Si colocamos la historia en un plano, miras con la misma atención y actualidad, descubres cómo se enlazan unas obras con otras.
A veces hay un hilo transversal.
Lorenzo Gil: Ese hilo siempre existe. ¿Me gusta Alejandro de la Sota? Claro, me gusta. Maestro español… Pero es que hay gente estudia a Alejandro de la Sota, y trata de encontrarle distintos estilos. Organicista, racionalista. Pero él sigue siendo el mismo. Sus valores no han cambiado. Puedes dejarte influir por ciertas corrientes, puedes estar al tanto de innovaciones tecnológicas, y eso puede cambiar tu lenguaje, pero sigues siendo el mismo. Las continuidades necesariamente existen. Actitudes de maestros lejanos y cercanos.
¿Recordáis alguna escena en particular, donde vieráis a vuestro padre trabajar, que os motivó a hacer arquitectura?
Lorenzo Gil: A mí me llama la atención que a mucha gente le preguntan y dicen: desde que tenía 4 años jugaba con construcciones… [Risas] Yo quería ser médico, y me he encontrado con muchos arquitectos que dudaban entre ser médicos o arquitectos. En realidad buscábamos esa cuestión, en cierta manera, práctica y de ayudar a la gente. Dicen: “los médicos entierran sus errores, los arquitectos plantan jardineras”.
Luis Gil: Yo quería ser periodista deportivo. [Risas]
Lorenzo Gil: Debes dedicarte a lo segundo mejor que se te da, no a lo primero.
Luis Gil: Lo que mejor se me da es comentar deportes. Con un estilo filosófico.
Lorenzo Gil: El nuevo Valdano.
Nuestro padre tenía una ética del trabajo tremenda. Le hemos visto sufrir con pequeñas cosas. “Tu padre ha dormido fatal porque no sabe de qué color pintar los pilares de tal“.
Luis Gil: No lo entendíamos. Pinta el color que sea. Pero al final hemos visto que nos puede pasar algo así.
Lorenzo Gil: Sí tiene importancia. Quizá no tanto como para no dormir pero la tiene. Porque influyes en la vida de las personas. Además, juegas con el dinero de las personas. Algunas pueden llevar ahorrando mucho tiempo y puede ser la última vivienda que hagan. No están para ver qué te apetece hacer en ese momento.
Luis Gil: ¿Qué más da lo que se lleve si va a vivir en esta casa durante 40 años?
Lorenzo Gil: El esfuerzo que hacemos es una liberación de cosas que crees que necesitas, que vienen de fuera y del momento, y conseguir un clásico.
Luis Gil: Tampoco puedes decir: “Mejor que no tenga estilo”. A nosotros nos encanta el estilo de los 60. Pasó de moda, pasaron las décadas y el estilo volvió. Pero tienes que pertenecer al momento. Tienes que tener elementos de ahora, pero de forma que no sea como cuando te ves disfrazado en fotos antiguas.
Lorenzo Gil: El estilo es un cruce entre pertenecer a tu tiempo y encontrar tu sitio en la tradición.
Luis Gil:
Se puede reflexionar sobre, entre lo que se considera actual, qué cuestiones van a permanecer. Nosotros creemos que las cosas tienen la calidad que debían tener inicialmente cuando han pasado 40 años.
Lorenzo Gil: Es que si tú buscas el éxito inmediato…las cosas que son claramente bonitas a la primera, en general no aguantan el paso del tiempo. Hay que acercarse a las cuestiones de lado, como en el mito de Medusa. Hay arquitecturas que nacen muertas, que no evolucionan con el tiempo.
Me gustaría recordar el proyecto de Tierra Burrito Sagasta (2013). Es un lugar bastante conocido, y de clientela joven. Aunque ya tiene años, se pueden reconocer claves de su estudio en él, y el diseño juega con varias texturas y sus significados.
Lorenzo Gil: Ese fue un proyecto en el que aprendimos mucho.
Luis Gil: Uno de los primeros proyectos de nuestro estudio.
Lorenzo Gil: Teníamos una idea predeterminada de cómo tenía que ser. Al estar empezando, no teníamos mucho trabajo e íbamos cada día a obra, que es algo que intentamos hacer. Allí le dábamos vueltas. Teníamos ocasión de ver lo que sucedía en cada momento. El suelo de mármol no estaba previsto, estaba previsto uno de microcemento. Pero surgían casualidades, y tienes que estar en obra para aprovecharlas. Levantaron un gres negro y apareció el mármol. Dijimos “Esto es irrepetible” y cambiamos.
Luis Gil: Más que hacer, dejamos. Es una mezcla extrañísima: de repente un negro…
Lorenzo Gil: Introduce unas tonalidades nuevas. Ello nos llevó a las chapas oxidadas.
Luis Gil: Esas chapas no iban a ser de ese tono, pero se produjo otra casualidad. La fachada exterior de piedra se estaba limpiando, y el ácido manchó las planchas. Apareció el óxido y quedó perfecto. Le dimos el óxido al pintor, para que lo aplicara hasta alcanzar el tono que queríamos. El óxido de la chapa con la piedra es fenomenal. Además, ahora no queda nada, pero le pusimos una hoja roja de roble seco a las rejas de separación. Esto le daba un elemento vegetal al interior.
Lorenzo Gil: También aparece el ladrillo en espiga. El mismo tono aparece en diferentes texturas, lo que da riqueza, y el blanco unifica. El fondo blanco y el resto en ese color tierra que además iba bien con el nombre.
Luis Gil:
El espacio estaba mucho más estudiado de lo que se ve ahora. Con el paso del tiempo ha ido removiéndose. Fue una enseñanza en ese sentido: nosotros tenemos que hacer un contenedor que aguante mejor las decisiones que se van a tomar después.
Lorenzo Gil: Ese local tenía la barra en la zona de fachada y las ventanas tapiadas, algo que no tenía ningún sentido. Llevamos la cocina al fondo y pensamos en una cerrajería que se pudiese abrir por completo. De forma que en verano funcionase como una terraza cubierta.
En esta época, como son dos fachadas en esquina, notas el aire pasar, el cambio de temperaturas. Está esa condición exterior-interior, en el ladrillo y los muebles. La gente siempre quiere terraza, y se la dimos, a cubierto. Esa es la idea que lleva el proyecto.
En los locales también intentamos mantener la atemporalidad. La experiencia puede ser impactante, pero no vivirías allí. En la mayoría de locales. Nosotros siempre buscamos tranquilizar y que no te importe volver allí.
Vuestros proyectos aprovechan características preexistentes en los espacios. Sabemos que en ello influyen motivos económicos. ¿Existe también una voluntad de continuidad histórico-constructiva, una especie de diálogo con la tradición?
Lorenzo Gil: La economía a veces es una excusa. En lo que encontramos hay cosas irrepetibles. El suelo que puedes encontrar no se puede hacer ya, y no te digo en Sala Equis. No se puede repetir esa candileja. Pero no se trata de imitar o de continuar. En Sala Equis reconoces lo que es nuevo y es antiguo, y armonizan. El resultado es una mezcla de muebles modernos en diálogo con las cosas que existen, y las ponen en valor.
Ahora todo se hace en pladur. Pides a alguien que te trabaje en ladrillo y parece que le cuesta. Damos yesos, que están desapareciendo; cada año es más difícil encontrar quien dé bien el yeso. Si podemos construir en la tradición lo hacemos, pero sin disfrazarnos de época.
¿No se ha dado la situación en la que os propusiesen trabajar en un edificio y no quisieseis mantener absolutamente nada?
Lorenzo Gil: Muchas veces llegamos y la primera impresión es malísima. Pero no ha habido ninguna vez en que no hayamos encontrado lo bueno. El problema es llegar con una pretensión previa. Todos los locales tienen algo que quieres, aunque a veces está muy escondido. Y la primera impresión a veces…son peores los olores que la estética. [Risas]
En Sala Equis muchas cosas estaban detrás de entelados morados, pero intuías la potencia espacial. Es curioso como la vivienda antigua tiene mayor flexibilidad. Lo que estábamos hablando antes, en las casas nuevas, que aparentemente debían ser más flexibles, es todo muy rígido.
Y que es todo lo contrario a donde está yendo la sociedad. No se buscan espacios tan compartimentados.
Lorenzo Gil: Claro. Pero la arquitectura es, si le llamamos arte, el arte más lento. Tarda en reaccionar, también porque necesita el encargo. Pasan unos años hasta que los promotores dicen: esto no es lo que me están pidiendo. Ahora te piden más las cocinas abiertas… Recientemente hemos podido hacer un dormitorio en el salón. Esto tiene gracia porque hicimos Sala Equis y nos dijeron: ¿para cuándo el próximo? Pues para cuando me lo encarguen. [Risas] Y el Colegio de Arquitectos este año, por el premio COAM que dieron a Sala Equis, daba premio a la propiedad también. Y es algo que me parece fantástico. Tiene el mismo valor la propiedad que el arquitecto. No hay ninguna gran obra que no tenga detrás un propietario excepcional. Porque el entendimiento tiene que existir. ¿La casa Farnsworth de Mies? Es que la señora Farnsworth no era cualquiera. Una casa toda de cristal, no te la aceptan ni hoy en día.
Otra cosa importante al principio de Plantea era que todos nuestros clientes debían quedarse con la sensación de que contar con un arquitecto es útil. La arquitectura es, fundamentalmente, un servicio. Si en el proceso consigues algo bonito, bienvenido sea. Lo dice Sota también: “esa arquitectura que no pretendía, surgió”. En el Maravillas, intenta dar un campo de juegos que no tenían, clases que no le habían pedido, la piscina, solucionar el desnivel, construir de manera eficaz, con 6 cerchas que repiten las luces. Todo es objetivo. El material de acabado es el mismo que el de aislamiento, el Viroterm. Al final consigue una unión de cosas. Es una obra maestra, pero iba por el camino de solucionarles un problema a los curas.
Si no te ponen condicionantes, no te sale nada bueno. ¿Las decisiones son por dinero? Sí, pero bienvenidas sean. En este estudio queríamos que todo el techo fuera lucernario. ¿Hubiera sido mejor? Probablemente no. Porque nadie se cree que todo sea lucernario, en cambio todo el mundo cree que pueda haber un patio.
Sostenible no es coger un plástico y pintarlo de verde, sostenible es trabajar con lo que tienes cerca. Otra cosa importante es que la arquitectura no es sólo construir. Si para crear un entorno en el que vivir tienes que poner un árbol, pues pon un árbol. Un camino, una tapia, un banco es arquitectura. Construir si hace falta.
¿Qué recuerdos de películas han inspirado Sala Equis?
Lorenzo Gil: Tuvimos muy presente dos películas: Cinema Paradiso, por la escena del cine improvisado en la plaza, y Malditos Bastardos, por esa escena del teatro rojo, fantástico. También David Lynch; en Sala Equis hay mucho terciopelo, en la sala roja el techo se descuelga haciendo ondas, los bancos rojos. En Sala Equis estaba previsto hacer mucho, pero el presupuesto se fue mucho en reforzar la estructura, el clima… Nos quedó para hacer unos apliquitos, que diseñamos nosotros, que podían ser blancos o rojos. Y si lo ves de cerca, más barato no se puede hacer.
Hemos dicho que encontramos muchas cosas, pero también tuvimos que hacer labor de arqueología. Hubo improvisación al decidir quitar, y un poquito de fe. Había un proyecto completamente cerrado, que solo servía para tener la seguridad de empezar. Fue muy educativo para nosotros. Vives en la cuerda del equilibrista, tienes la sensación de caerte. Si miras delante, y sigues, estás en el borde de hacer algo bien.
También había 5 socios, cada uno con su opinión, locos pero muy valientes. La constructora y los oficios también arriesgaron. Y cuando te dan el premio, todos se alegran porque lo sienten muy suyo. Por eso hay que quitar esa idea del arquitecto artista, que lo hace todo. Sí como director de orquesta.
Un detalle de algunos de vuestros proyectos es la grifería negra.
Lorenzo Gil: Antes no se hacía grifería negra, pero ahora empieza a haber más. La que más utilizamos es la de Zucchetti. Su negro mate es bonito. Le quita la imagen convencional de grifo. Si vas a incorporar la cocina al salón, el cromado no es lo que mejor va. Es más abstracto que un cromado.
En este espacio, llamado Pavilion, se realizan eventos y exposiciones. ¿Qué os gusta exponer aquí?
Lorenzo Gil: Suele estar relacionado con la arquitectura. Asier Rua expuso una muestra de fotografías sobre la remodelación del Mercado de San Antonio. Lo pensamos como un espacio que establece una relación con el estudio. Los arquitectos hemos sido mucho de “Lo mío para mí”. Estamos completamente en contra de eso, creemos que la arquitectura es un empuje común, y las reuniones de arquitectos exponiendo cosas también invitan a que se hable de lo que cada uno está haciendo.
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