El cine de animación también gana Oscars

Cada año la industria del cine nos trae tremendas joyas que disfrutar y admirar. Hoy concretamente venimos a hablar de esa categoría muchas veces olvidada que no es otra que la animación; y es que aún permanece presente el gran estigma de que las películas de animación son sólo para niños.

Este año la academia se ha decantado por dos películas de Disney, otras dos realizadas en stop-motion y una última de animación tradicional. Veamos un poco más de cada una de ellas.
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En primer lugar encontramos Kubo and the two strings (Kubo y las dos cuerdas mágicas), del estudio Laika, conocido por producciones como Los mundos de Coraline, El alucinante mundo de Norman o Los boxtrolls. Hablamos de la que podría considerarse como la película más completa y compleja realizada alguna vez con stop-motion. Para aquellos que no conozcan esta técnica, se basa en la creación de una película fotograma a fotograma a través de ‘marionetas’, por lo que requiere de un trabajo inmenso detrás de su producción. En el caso de Kubo el proceso duró unos 3 años.

Es una película asombrosa que logra transportarte a Oriente con una magia inigualable. Más de un centenar de marionetas tuvieron que ser creadas para el desarrollo, por no hablar de las más de 48 millones de expresiones faciales que fueron diseñadas para el personaje principal, Kubo. Cabe destacar la innovación en cuanto a técnicas de fabricación de estas figuras, que fueron creadas mediante impresoras 3D. Esta película fue un verdadero reto para los productores, que tuvieron que enfrentarse a situaciones como la producción de la marioneta más grande creada para stop-motion, de unos 5 metros de altura y 180 kg de peso, el uso de figuras de origami o escenas en las que el agua se convertía en un elemento esencial para la imagen. Las limitaciones del stop-motion no consiguen frenar la creatividad.

La segunda representante del stop-motion en los Oscars 2017 es Ma vie de courgette (La vida de Calabacín), una producción francosuiza. El enfoque con el que desarrollan la animación contrasta con el de Kubo y las dos cuerdas mágicas. En este caso no persiguen la complejidad ni la perfección técnica, sino más bien la naturalidad y la simplicidad, que resultan muy efectivas unidas a la cotidianidad de la historia, narrando con gran sensibilidad la vida de unos chicos en un orfanato.
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La presencia de Disney en los premios este año está representada por dos películas: Vaiana y Zootrópolis.
Con Vaiana la productora decidió salirse de su zona de confort: su protagonista no se nos presenta como una princesa, sino una aventurera con ansias de salir a descubrir el mundo. Pero no sólo eso, además es una de las películas Disney en las que más importante ha sido el proceso previo de investigación. Con el objetivo de ser lo más fiel posible a la cultura polinesia se contrató a un grupo específico de antropólogos, lingüistas, coreógrafos e historiadores que asesoraron el proceso de diseño.

Técnicamente hablando, al ser la película más reciente de Disney podemos comprobar que trabaja con los softwares más avanzados, yendo incluso más allá: por ejemplo para poder desarrollar la animación del océano se creó un nuevo software llamado “Splash”, ya que ninguna película de Disney había tratado antes el agua como elemento animado de esa manera.

La segunda candidata de Disney a ganar el Oscar es Zootrópolis, película creada con técnicas de animación digital convencionales actualmente. Destaca de ella la original idea de crear una metrópolis mamífera en la que diferentes especies del reino animal comparten un hábitat de convivencia en el que cualquiera puede lograr ser aquello que se proponga.
Para la película fue necesario animar más de 400 especies, una tarea complicada a la par que interesante pues cada especie camina y se mueve de una manera singular. Fue necesario un extenso estudio basado en la observación al natural de todos estos animales, incluyendo viajes a África, y se trabajó con un motor de render relativamente nuevo, consiguiendo un resultado muy realista.



Finalmente, La tortue rouge (La tortuga roja), la primera coproducción de Studio Ghibli con compañías europeas, concretamente francesa, y con director holandés, lo que se refleja en referencias del cómic europeo como Tintín, o en la naturalidad tan expresiva y característica de la animación del estudio Ghibli.
Esta película sorprende por lo delicada y sencilla que logra ser. La falta de diálogos consigue que centres toda tu atención en cada escena y movimiento que se ejecuta. La belleza de la naturaleza, acompañada con la banda sonora, nos llevan a un mundo de paz y serenidad.
De acuerdo con estas características, la técnica de animación utilizada es muy tradicional. Los paisajes y los personajes fueron dibujados a mano, utilizando recursos y materiales de las artes plásticas tradicionales, como crear texturas difuminando el grafito con los dedos. Posteriormente estos dibujos se retocaron y montaron digitalmente, modificando aspectos como el contraste de color o la luz.
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En definitiva, las películas nominadas este año a ganar el Oscar a mejor película de animación merecen una oportunidad. Y si eres de los que aún piensan que una película animada es incapaz de superar a una de carne y hueso (aunque si te has quedado hasta el final dudo que seas de esos), no sabes el vasto y bello mundo que te estás perdiendo.

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