EVO 06: Tecnología sumergida

En la actualidad nos encontramos en la frontera de una revolución, la de los tecno-tejidos. La búsqueda de tejidos inteligentes ha motivado una mayor investigación en el ámbito del deporte en los últimos años. Científicos, ingenieros y diseñadores han trabajado con atletas para desarrollar telas que aportan más velocidad, resistencia y protección. El resultado son tejidos que  permiten controlar el output de la energía, la temperatura corporal, las pulsaciones y otras reacciones fisiológicas, haciendo que el mérito no sea únicamente del deportista. Uno de los casos más controvertidos es el del bañador de competición.

El desarrollo de los bañadores de competición se vio impulsado a partir de la inauguración de los Juegos Olímpicos modernos en Atenas en 1896. Durante la primera mitad del siglo XX, su diseño estuvo marcado por la preocupación del desnudo en público, prohibiéndose la participación de las americanas en los Juegos Olímpicos de 1912 por no llevar los trajes reglamentarios. Por el contrario, a partir de 1940, se optó por reducir el tamaño de los trajes de baño de una sola pieza con el fin de disminuir el arrastre del agua. Persiguiendo ese objetivo, Speedo se convirtió en la primera marca en introducir el nylon y el elastano, mejorando de esta forma la elasticidad y durabilidad de sus bañadores.

En los Juegos Olímpicos de 1976, las nadadoras alemanas sorprendieron con trajes de baño ajustados a la forma del cuerpo, los denominados “skinsuits”, mucho más prácticos que los tradicionales bañadores de seda. A partir de entonces, comenzaron a desarrollarse nuevos materiales que se ceñían al cuerpo y ofrecían una mejor resistencia al agua que la piel humana.

Monika Seltmann, Carola Nitschke, Andrea Pollach, Barbara Krause

Hoy en día, las marcas más reconocidas en el diseño de bañadores de competición son Speedo, Arena y TYR y su desarrollo se ha visto impulsado gracias a la colaboración con instituciones como la NASA o el Australian Institute of Sport.

En el año 2000, Speedo lanzó al mercado su modelo FastSkin. Inspirado por la textura y la eficiencia de la piel del tiburón, el traje incorporaba un sistema de costuras que disminuía la fricción y la turbulencia del agua alrededor del cuerpo.

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Fiona Fairhurst – Fastskin Bathing Suit: https://www.youtube.com/watch?v=IGKxYt4_P_k

La marca continuó mejorando el diseño hasta que en 2006 lanzó el que fue reconocido como el bañador más avanzado tecnológicamente que se había fabricado nunca: el LZR Racer.

LZR Racer

Diseñada en colaboración con la NASA, la tela de este traje de baño usa la compresión para reducir la vibración de la piel y la oscilación muscular. Asimismo, logra aminorar la fricción del agua en un 10% con respecto al anterior modelo gracias a la incorporación de paneles de poliuretano en puntos concretos. Además, tiene un corsé integrado en la zona del torso para dar estabilidad a los músculos del nadador, estabilizando su postura y manteniéndola constante durante la competición, mejorando así su rendimiento.

 https://www.youtube.com/watch?v=dvMdqvO3R9g

Durante el primer trimestre de 2008 en el mundo de la natación no se hablaba de otra cosa que del LZR, bañador que hacía que cayeran una tras otra las mejores marcas mundiales y llevaba al 94% de los nadadores olímpicos a lo más alto. Una polémica surgió entre todos los implicados: ¿hasta dónde es lícito competir con un bañador superior al de tus rivales?

En respuesta, la Federación Internacional de Natación (FINA) se vio obligada a cambiar las reglas respecto a los bañadores declarando que “el principio más importante de la natación es que es un deporte esencialmente basado en el rendimiento físico de los atletas”. Así pues, prohibió los trajes de cuerpo completo en 2010.

A la hora de competir en cualquier deporte, las capacidades físicas del deportista y su esfuerzo personal ya no son tan determinantes para su victoria, pues cada vez entra más en juego la tecnología empleada. Entonces, ¿hay que poner algún límite? ¿Hasta dónde debe llegar la evolución técnica en el deporte?

Escrito por Irene Donoso y Paula Mateos. 

 

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