Una mirada a los orígenes de Ciszak-Dalmas
Bajo la mirada de admiración de todo futuro diseñador de producto, Alberto Gobbino Ciszak y Andrea Caruso Dalmas han conseguido tener el trabajo de ensueño y, como soñar es gratis pero no paga las facturas, le preguntamos a Andrea cual es el secreto para convertir su estudio en referente del panorama actual.
Pero antes, una breve explicación: Ciszak-Dalmas es un estudio de diseño afincado en Madrid y fundado en 2009 por Alberto y Andrea. Están detrás de La Clínica Design, su marca de mobiliario y producto contemporáneo. Así que, después de un paseo por el Barrio de las Letras topamos con la Calle Lope de Vega, donde los diseñadores nos invitan a pasar entre los montones de cajas de mudanza al que es ahora su nuevo estudio. Una vez en la terraza que da sobre los tejados del Madrid de las Letras y nos disponemos a hacerles unas preguntas.
¿Cómo empezó Ciszak Dalmas?
Alberto y yo somos de Turín. Estudiamos Diseño Industrial en la Politécnica, estuvimos trabajando un par de años, y como en Italia hay muchísimos diseñadores y es muy difícil arrancar un proyecto, elegimos intentar la suerte fuera. Vimos un master, European Design Lab en el IED, con el que prácticamente viajabas durante un año, cada mes hacías un viaje de una semana. Ibas conociendo a un montón de profesionales internacionales y trabajabas con ellos. Era un método de aprendizaje muy humano, cercano. A los pocos meses nos instalamos aquí.
Realmente tuvimos dos proyectos iniciales, uno era La Clínica, que se llamaba así porque era la “clínica de reanimación de los objetos”. Íbamos recolectando los objetos por la calle y los pintábamos de blanco. Así nació la colección, en Madrid antes de la crisis, cuando la gente tiraba muchísimas cosas.
El otro proyecto que hicimos justo al arrancar el estudio era una experiencia gastronómica con Mario Sandoval, del restaurante El Coque, que nos dio muchísima visibilidad.
Entonces, ¿diríais que La Clínica es vuestra forma de hacer productos sin la visión del cliente?
La Clínica es más bien una colección personal y el estudio se dedica a realizar proyectos con clientes.
Paso a paso, ¿cómo funciona un estudio de diseño?
Primero, ante todo tienes que conseguir el cliente, y hay muchísimas formas. Tener una página web, buenas fotos, ir a eventos, tener contactos personales… o si no tener un proyecto personal, que guste a la gente, se haga viral y que la gente luego te contacte.
Luego, una vez que tienes un cliente, te pasa un briefing, tú tienes que estudiarlo, pensar un calendario, los objetivos y los alcances del proyecto.
Ya por último, después del briefing, hay una fase conceptual donde le vas presentando propuestas más abstractas, y luego llegas a la parte de investigación donde trabajas con varios materiales, tecnologías y les vas presentando borradores de proyectos, tanto en sketching como en 3D, renders, fotomontajes, en fin, para enseñar un poco cómo va a ser el producto o el servicio.
Entonces decides si te quieres quedar en la parte conceptual o si quieres ofrecer también la producción y la instalación, para un proyecto de interiorismo, o si te quieres encargar también del prototipado, de llegar hasta el final y cerrar el ciclo, para un producto.
Sin embargo si es un cliente que te encarga un producto porque es un editor de diseño, pues realmente el trabajo es ofrecerle un diseño y rezar para que él tenga tiempo para desarrollarlo, porque ahora mismo hay tantas propuestas que le llegan a los editores que tienes que tener cierto nombre para que te hagan caso.
¿Cómo se gana a un cliente, hay concursos?
Si, muchas veces te llaman diciendo que están hablando con otro diseñador también. Muchas veces es mentira. O si no, con concursos públicos donde todo el mundo se presenta. Normalmente sí que hay que competir, a menos que haya alguien que diga, mira, me encanta vuestro estudio y quiero hacer el proyecto con vosotros.
¿Qué programas utilizáis?
Rhino, Autocad, Keyshot
Tenemos curiosidad, se ve que Alberto y tú lleváis una trayectoria muy larga juntos, ¿cómo es eso de trabajar con un amigo?
Alberto y yo nos conocimos con 16 años, fuimos a la Politécnica juntos, luego al Máster, y luego durante una temporada vivimos juntos montando el estudio. Hasta que ya no nos soportamos más… no bueno. Ahora yo vivo por Malasaña y él vive en el segundo piso de este edificio.
Y la relación, pues somos dos perfiles muy diferentes, cada uno es bueno en algo, es una balanza. Hay muchas veces que de una forma muy natural una persona se ocupa de una cosa y la otra de otra. Y no sé, creo que está basado en la confianza, porque cuando tú estás haciendo algo y la otra persona no lo sabe no da tiempo a contarse todo, hace falta confianza para que uno pueda tomar la iniciativa.
Muchas veces nos equivocamos, pero forma parte del pack.
Un dilema, la frase de “El cliente siempre tiene la razón”, ¿aquí se aplica? ¿si recibís un encargo cuya visión no os convence, lo rechazáis?
Bueno, es muy difícil hacer un proyecto con alguien que no tiene tus mismos valores. Es muy extraño que hagamos un proyecto con alguien que no encaje en cierto tipo de visión, pero no tanto porque los rechazamos (que también ocurre) sino porque no nos llaman o no encajamos. Pero sí, a veces también ocurre que la primera impresión está muy bien, y luego cuando trabajas con un cliente te vas dando cuenta de que no tienes nada que compartir y los proyectos mueren solos, se pierde el interés o por la otra parte tampoco hay iniciativa de seguir… de 100 proyectos que nos llegan al estudio, a lo mejor se realizan solo un 30%.
Pero lo que sale, sale bien…
Claro, nuestro lujo es que hacemos lo que queremos. Aunque muchas veces también hacemos compromisos, como un cliente que te pide hacer millones de cambios y no entiende tanto el proceso creativo, pero que a la vez es un cliente muy interesante, con el que estás aprendiendo una técnica industrial nueva, y aguantas porque merece la pena, hay que valorarlo. O te paga muy bien, que también se valora.
¿Cuál ha sido vuestro mayor reto de diseño?
Quizás ha sido montar una marca para vender el columpio con La Clinica Design desde hace un año es una marca que funciona, con una producción, distribución… Y a pesar de que el producto sea visualmente muy simple, todo el tema de homologación, seguridad, la plataforma online, cuidar la relación con el cliente final… Pero ha sido interesante porque se entiende todo el ciclo, normalmente no llegamos hasta la parte de venta.
Algún diseñador clave, un referente…
Soy muy clásico, he crecido con todos los muebles de Alvar Aalto, porque mi padre es arquitecto y me he empeñado con la madera de abedul, curvada, y de la simplicidad que muchas veces es muy complicada. Entonces me gustan todos los diseñadores que con muy poco hacen una pieza muy bella y muy poética. Aunque igual sea muy banal, me encanta.
Design process, ¿cuál es el vuestro? Imagino que también usaréis técnicas de Design Thinking.
Para encontrar inspiración… bueno internet es esencial. Pero más que presentar fotografías de internet, por ejemplo a un cliente, intento hacer bocetos a mano. Es una cosa que funciona muy bien porque estás enseñando ya un concepto más abstracto que la fotografía, muchas veces la fotografía es muy cerrada, o un render es incluso peor, si no le gusta el render al cliente, no le va a gustar el proyecto. Pero los bocetos sí que ayudan a la conversación con el cliente. Y es muy rápido porque en 5 segundos ya has creado un volumen. El cliente va pensando contigo, hay una conexión muy directa entre los dos y un debate muy creativo. Luego una vez que se establece un boceto se vuelve al estudio.
¿Y si estás bloqueado creativamente qué haces?
Busco imágenes, también me pongo a tomar el sol, muchas de las cosas se me ocurren cuando tengo los ojos cerrados.
¿Dirías que muchas de las habilidades que tienes se deben a tu formación universitaria o has tenido que buscarte la vida para formarte por tu cuenta?
¿La Politécnica? te enseña a tener un compromiso, una dedicación y sobretodo a aguantar momentos complicados, o afrontar temas complejos. Cuando vine a Madrid, el Máster me enseñó que el diseño está hecho por las personas, y que todo lo que vas a aprender es porque alguien te lo enseña, entonces hay una parte técnica y una parte muy humana que hay que compaginar. Y luego siempre puedes hacer talleres o especializarte en algo. En nuestro caso, los talleres o momentos de especializarnos en algo son los propios proyectos. Tenemos la suerte de que sean bastantes diferentes unos de otros, uno es la cerámica, otro unas zapatillas, otro es una pequeña arquitectura, entonces vas aprendiendo muchas técnicas diferente. Pero hay que lanzarse, porque si te llaman y te dicen, oye, ¿me puedes hacer esto, lo has hecho alguna vez?, y acabas de salir de la universidad y tienes miedo, no lo haces, y así no vas a ningún sitio, hay que espabilar.
Ah si, y hacíamos mucha fotografía, y creo que eso nos ayudó a sacar provecho de los productos.
Ser artístico. ¿Se nace o se hace?
Yo creo que nacemos con una forma de pensar, cada una muy diferente. Todo el mundo tiene una parte positiva y negativa, si eres un creativo puro que no tiene nadie para ponerle los pies en la tierra pues lo vas a pasar mal. Siempre es una cuestión de equilibrio. En mi opinión siempre hay gente que sale con más creatividad que otra, pero creo que es como un músculo y se puede desarrollar. También depende del contexto, depende de tu educación, pero yo creo que todo el mundo puede llegar a tener una elasticidad mental, porque al final se trata de eso. La creatividad es una capacidad de poder conectar cosas que aparentemente no tienen mucho vínculo y aplicarlas en el contexto. Cada vez que piensas en algo que no existe, estás siendo creativo.
Supongo que también es difícil ,tener una idea pero carecer de un medio para expresarla como está en tu mente.
Claro, hay mucha gente que tiene ideas increíbles pero no tiene la facultad de hablar, y se las queda para él porque no tiene cómo expresarlas.
¿Algún consejo para futuros diseñadores?
Ser muy curioso, no parar de preguntar cómo funcionan las cosas, viajar muchísimo. Si se ha nacido en Madrid, viajar durante año, vivir fuera, abrirse al mundo. Siempre hay tiempo de volver a casa.
Si hubiera un fuego, ¿qué salvarías?
Mi cuaderno de bocetos. Ah bueno, y a Alberto.
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